Creo que Þingvellir es uno de los lugares mas interesantes de Islandia. Quizá no sea el mas espectacular, pero tiene varios aspectos destacables. Desde el punto de vista geológico, es uno de los pocos lugares del mundo en que es posible andar por una dorsal oceánica. El lado este del valle es parte de la placa euroasiática y el oeste de la norteamericana. Desde el histórico, es el emplazamiento en el que, en el año 930, se fundó el Alþingi, uno de los parlamentos mas antiguos del mundo. Þingvellir quiere decir, en noruego antiguo, «campos de la asamblea». El Alþingi se siguió reuniendo en Þingvellir hasta 1799. También fue el lugar elegido en 1944 para proclamar la independencia de Islandia. Antes, en 1930, coincidiendo con los mil años de la fundación del Alþingi, había sido convertido en parque nacional. En 2004 fue declarado patrimonio de la humanidad.

Habíamos dejado Þingvellir para el final de un largo día empleado en recorrer el suroeste de la isla. Acabamos llegando poco antes de las nueve de la tarde, mucho mas tarde de lo que habíamos planeado inicialmente. Fue toda una suerte. Todavía faltaban dos horas para la puesta de sol, pero solo media para el comienzo de uno de los eternos atardeceres de las tierras del norte.

El río Öxará entre Öxarárfoss y Drekkingarhylur

El río Öxará entre Öxarárfoss y Drekkingarhylur.

Llegábamos desde el Este, procedentes de Haukadalur. Decidimos hacer una primera parada para ver la cascada de Öxarárfoss, formada cuando el río Öxará se precipita en la falla de Almannagjá. Con una caída de 13 metros, Öxarárfoss no es una gran cascada, pero el entorno es de una gran belleza. El río se precipita sobre una caótica acumulación de rocas, en el fondo de la falla y, atrapado en Almannagjá, gira noventa grados, perdiéndose en dirección sur encajonado entre los bordes de la dorsal oceánica.

Öxarárfoss

Öxarárfoss.

El acceso desde el parking hasta Öxarárfoss se hace cómodamente por una especie de pasarela de madera. Antes de llegar a la cascada, la pasarela recorre un tramo de la falla de Almannagjá que, sin ser tan espectacular como el sector en torno al antiguo emplazamiento del Alþingi, no deja de ser de gran belleza. Recorrimos la pasarela con la única compañía de alguna nube de mosquitos y del impresionante paisaje. La pasarela termina justo en Öxarárfoss, donde el río pasa a ocupar la mayor parte del fondo de la falla. Aquí había algo mas de gente. En concreto dos chicos jóvenes, uno haciéndose selfies como un poseso entre las rocas y otro, mas tranquilo y armado con un trípode, aparentemente haciendo un time-lapse de Öxarárfoss. Por lo demás, estábamos prácticamente solos. Pudimos disfrutar del increíble lugar con toda la tranquilidad del mundo.

Paisaje cerca de Öxarárfoss

Paisaje cerca de Öxarárfoss.

Tras un rato junto a la cascada, decidimos seguir ruta, regresando al aparcamiento por el mismo camino que habíamos recorrido. Tampoco había otra opción. Cuando salimos de Almannagjá pudimos contemplar un hermoso paisaje que, al llegar, nos había pasado completamente desapercibido, centrados en llegar a la falla. Frente a nosotros, mas allá de un bosquecillo de coníferas, se extendía el campo hermosamente áspero de Islandia. El único sonido que nos llegaba era el del viento soplando entre los abetos. El incipiente atardecer acentuaba si cabe la belleza y el sosiego del lugar. A pesar de lo hermoso del entorno, todavía no habíamos llegado al corazón de Þingvellir. Teníamos que continuar.

Descendiendo hacia Almannagjá

Descendiendo hacia Almannagjá.

Tras un breve trayecto en coche, llegamos al aparcamiento principal de Þingvellir, junto al centro de visitantes. Por supuesto, éste había cerrado. Los trabajadores de su último turno charlaban animadamente entre ellos junto al aparcamiento, prácticamente desierto. Pasamos junto al grupo, camino de la senda que desciende hacia la falla de Almannagjá. El recorrido comienza con una pasarela de madera que salva parte del desnivel entre el aparcamiento y el fondo de Almannagjá. Según descendíamos por la pasarela, nos cruzamos con una familia que abandonaba Þingvellir. Fueron las últimas personas que vimos esa tarde. A partir de ese momento, nos quedamos en la mas absoluta soledad.

Bandera en el Alþingi

Bandera sobre el Lögberg.

Nos internamos en Almannagjá con una extraña sensación, mezcla de respeto y admiración. Según descendíamos, en un silencio solo roto por el ruido de nuestros pasos sobre la grava, parecía que nos adentrábamos en un lugar mágico. A nuestra izquierda, una gran pared de roca gris, salpicada por incontables manchas de musgo y liquen, marcaba el límite de la placa de Norteamérica. El borde de la placa euroasiática era algo mas difuso, formado por una cornisa mas baja y discontinua que se extendía a nuestra derecha. Mas allá de la cornisa, hacia el sureste, se extendía una hermosa vista, que llegaba mas allá del lago Þingvallavatn. Frente a nosotros, en un mástil solitario encaramado sobre un grupo de rocas, ondeaba una bandera islandesa. Marca el Lögberg, o Roca de la Ley, lugar en el que, según la tradición, se reunía el Alþingi y en el que se proclamó la independencia de Islandia.

El Öxará poco antes de llegar a Drekkingarhylur

El Öxará poco antes de llegar a Drekkingarhylur.

Seguimos avanzando, sobrecogidos por la belleza del entorno, hasta que llegamos a una profunda poza, formada por las aguas del río Öxará y conocida como Drekkingarhylur. El río, tras remansase en la poza, sale de Almannagjá en dirección sureste, desembocando unos metros mas allá en el lago Þingvallavatn. El Öxará es una mas de las rarezas geológicas de Islandia: nace en la placa norteamericana, recorre la dorsal oceánica durante unos trescientos metros y muere en la placa euroasiática.

Un pasado tenebroso.
Drekkingarhylur es un lugar hermoso, pero con un pasado bastante tétrico. Entre los siglos XVI y XVIII, esta poza se utilizó para ejecutar mujeres, arrojándolas a Drekkingarhylur atadas a sacos de sal, que las arrastraban hacia el fondo. Supuestas brujas, adúlteras, perjuras y hasta mujeres embarazadas fuera del matrimonio fueron ajusticiadas en la poza. Una práctica que se derogó legalmente en 1838. Por cierto, la traducción de Drekkingarhylur es «Charca de Ahogamientos».

En Þingvellir no faltan los nombres macabros. También están Kagaholmi (Islote de la Flagelación), Galgaklettar (Acantilado del Cadalso) o Brennugja (Desfiladero de la Estaca). Durante siglos, el Alþingi impartió justicia de forma bastante brutal, ejecutando sus sentencias en los alrededores. Finalmente, bien entrado el siglo XIX, tuvo que intervenir el rey de Dinamarca, suavizando el sangriento Stóridómur (Gran Edicto) de 1564, base legal de las ejecuciones.

Atardecer en Þingvellir

Atardecer en Þingvellir.

Eran casi las diez de la «noche». Llevábamos en pie desde las seis de la mañana y, después de desayunar, lo único que habíamos tomado en todo el intenso día era un café con leche junto a la cascada de Faxi. Estábamos realmente hambrientos y agotados, por lo que decidimos que era hora de comenzar el regreso. Desandamos el camino por la senda que recorre Almannagjá, aunque está vez dimos un rodeo por la pasarela que bordea Lögberg por el este. Seguíamos absolutamente solos, cada vez mas embelesados con el entorno. Frente a nosotros, el sol comenzaba a teñir las nubes con tonos dorados, impregnando el paisaje con una hermosa luz crepuscular. Recorrimos el camino sin prisa, disfrutando de un momento mágico, quizá irrepetible.

Vista desde el mirador dd Þingvellir

Vista desde el mirador de Þingvellir.

Cuando llegamos al final de la senda, junto a un aparcamiento completamente vacío, hicimos una última parada en un mirador cercano. La vista desde la plataforma era cautivadora. Casi bajo nuestros pies, podíamos ver la enorme grieta formada por la separación de las placas tectónicas. Mas allá, la superficie del lago Þingvallavatn se agitaba levemente, al arrastrar el viento sus aguas. Tras salir de la protección de Almannagjá, una brisa limpia y fresca acariciaba nuestras caras. A pesar del hambre y el cansancio, estuvimos un largo rato en silencio, disfrutando de uno de los momentos mas mágicos de todo el viaje. Perdimos la noción del tiempo, hasta que escuchamos un sonido extraño y creciente. Resultó ser un coche, que pasaba por la vecina ruta 36. No se si nos devolvió a la realidad o rompió algún tipo de hechizo. Pero fue la señal de que había llegado el momento de partir.

Algunos vínculos útiles:
Regresé a Þingvellir en febrero de 2019, de nuevo al atardecer: https://depuertoenpuerto.com/un-paseo-invernal-por-thingvellir/.

En https://depuertoenpuerto.com/crucero-trasatlantico/ se puede ver el itinerario completo de nuestro crucero trasatlántico.

En Naturaleza y Viajes se puede consultar una buena página sobre la zona: https://naturalezayviajes.com/parque-nacional-thingvellir-islandia/.

En El Blog de Islandia hay una entrada sobre Þingvellir desde el punto de vista histórico: https://www.elblogdeislandia.com/thingvellir-primer-parlamento-de-islandia/.

En inglés, muy recomendable visitar Arctic Adventureshttps://adventures.is/iceland/attractions/thingvellir/.

También, la página sobre Þingvellir en Guide to Icelandhttps://guidetoiceland.is/connect-with-locals/jorunnsg/ingvellir-national-park.

En https://notendur.hi.is/oi/geology_of_thingvellir.htm hay una completa explicación sobre la geología del lugar.

Por último, la página oficial del parque nacional está en http://www.thingvellir.is/english.aspx. Muy recomendable.