Jamás he logrado comprender la, para mí, desproporcionada fama de Búðakirkja. La iglesia negra de Búdir es, sin duda, tan bella como su entorno. Pero Islandia no anda precisamente falta de pequeñas iglesias en emplazamientos desolados, generalmente mucho más remotos y solitarios que Búðakirkja. Como Saurbæjarkirkja, en Rauðisandur, o Skeggjastaðakirkja, en Bakkaflói. Quizá el mayor mérito de la iglesia, más allá de su llamativo color negro, sea su ubicación en las proximidades de las carreteras 54 y 574. Las dos rutas que permiten recorrer la mágica península de Snæfellsnes, en el oeste de Islandia. Una región especialmente apreciada por los fotógrafos de paisaje, que quizá sean los auténticos responsables de la popularidad del diminuto templo.

Búðakirkja

Búðakirkja en verano.

Aunque había pasado anteriormente por sus inmediaciones, mi primera visita a Búðakirkja fue durante un viaje veraniego, en compañía de Olga. Llegamos a su puerta de rebote, tras fracasar en nuestro intento de recorrer el extremo occidental de Snæfellsnes. Aunque el día no era tan increíblemente desagradable como en Kirkjufell, la lluvia y el viento nos impidieron contemplar la iglesia con tranquilidad. A pesar de lo cual, en ningún momento estuvimos solos. Una buena muestra de su popularidad.

Obras junto a Búðakirkja

Obras junto a Búðakirkja.

En el invierno de 2023, decidí dar una segunda oportunidad a la iglesia. Con un poco de suerte, lograría visitarla en la más completa soledad. Inicialmente, mi idea había sido dormir en el hotel Búdir, a escasos metros de distancia. Pero el hotel resultó estar cerrado. En cualquier caso, en mi segunda tarde en Islandia, tenía tiempo de sobra y el nuevo alojamiento, en Langaholt, estaba a tan solo 16 kilómetros de distancia. El clima no era especialmente desapacible, por lo que decidí acercarme a curiosear. Según llegaba, averigüé el motivo del cierre del hotel: estaban ampliándolo. Una enorme grúa dominaba el entorno, complicando mis posibilidades de encuadrar las fotografías. En cualquier caso, la tarde era de una belleza dura e inhóspita, realzada por el impresionante paisaje. Más que un inconveniente, la presencia de la grúa se acabó convirtiendo en un reto.

Camposanto de Búðakirkja

Camposanto de Búðakirkja.

Como tantas de las pequeñas iglesias aisladas que hay repartidas por toda Islandia, Búðakirkja tiene una historia complicada. Sus orígenes se remontan a 1701, cuando Bent Laurdtsen consiguió permiso del obispado para levantar el edificio original. El templo, según parece construido con turba, se inauguró un par de años más tarde. En 1819 estaba en tan mal estado, que fue cerrado por orden del rey de Dinamarca. Posteriormente, Steinunn Sveinsdóttir pidió permiso para reconstruir el edificio. El obispo se lo concedido en 1848, con la condición de que tanto los gastos de la construcción como los de su posterior mantenimiento fueran asumidos por la comunidad local. Nació así el pequeño templo de madera que ha llegado a nuestros días. Aunque su estado actual es fruto de la restauración que se llevó a cabo en 1987, buscando devolver al edificio su apariencia de mediados del siglo XIX.

Mirando por la ventana

Mirando por la ventana.

Aunque la iglesia se utiliza para todo tipo de ceremonias y eventos, es muy complicado encontrarla abierta. Aquel día, no iba a ser la excepción, por lo que me tuve que conformar con ver su interior a través de las ventanas. En cualquier caso, lo más destacado del templo es su curioso aspecto exterior, en medio de un impresionante emplazamiento, entre el mar y las montañas que forman la espina dorsal de Snæfellsnes.

Búðakirkja desde Búðahraun

Búðakirkja desde Búðahraun.

Búðakirkja se encuentra en el extremo oriental de Búðahraun. Un pequeño campo de lava, con apenas 10 km² de superficie, creado por el cercano cráter de Búðaklettur. Es un área protegida desde 1977. Hay una senda que atraviesa Búðahraun, permitiendo llegar hasta la vecina Anarstapi. Pero es una ruta que requiere entre 6 y 8 horas para ser completada, por lo que estaba completamente fuera de mis posibilidades para lo poco que quedaba de tarde. Me limité a dar un breve paseo por los alrededores de la iglesia y su camposanto, antes de emprender el regreso al hotel.

Tarde de invierno en Búðakirkja

Tarde de invierno en Búðakirkja.

Me fui de Búðakirkja satisfecho, aunque sin terminar de comprender el motivo de su enorme popularidad. En invierno, el contraste entre sus negras paredes y la nieve circundante crea una composición no exenta de atractivo. Pero si algo le sobran a Snæfellsnes son lugares deslumbrantes. Y, en verano, cuando acude la mayor parte de sus visitantes, el blanco de la nieve desparece, para convertirse en verde o amarillo, según el estado de la hierba. Sinceramente, salvo que andes sobrado de tiempo, o tengas especial interés en hacer una de las fotografías más manidas de Islandia, yo me abstendría de visitar Búðakirkja. Aunque, como he comentado anteriormente, esto no sea más que una opinión personal.

Para ampliar la información.

El blog Los viajes de Wircky tiene una entrada sobre la iglesia negra: https://wircky.com/iglesia-negra-budakirkja-de-islandia/.

En inglés, la página oficial de Búðakirkja está en https://www.budakirkja.is/.

En Guide to Iceland se puede encontrar un artículo sobre las posibilidades fotográficas de la iglesia: https://guidetoiceland.is/connect-with-locals/5176/the-black-church-of-budir-as-a-photography-location.