La playa negra de Djúpalónssandur, cercana al extremo occidental de la península de Snæfellsnes, es mucho menos conocida que la célebre Reynisfjara, en Vík í Mýrdal. Lo cual no impide que, en algunos aspectos, sea más interesante que esta última. A las extrañas formaciones de lava que rodean Djúpalónssandur, se une cierta importancia histórica. Según la tradición, aquí desembarcó Bárður Dumbsson, uno de los primeros pobladores de Islandia y protagonista de una de sus sagas. Además, hasta bien entrado el siglo XIX, la playa sirvió como base para una importante flota de pesca. Por último, entre sus piedras todavía se pueden encontrar los escasos restos oxidados del Epine, un arrastrero británico que embarrancó en la costa durante una noche de tormenta en Marzo de 1948.

El Snæfellsjökull desde la senda a Djúpalónssandur

El Snæfellsjökull desde la senda a Djúpalónssandur.

Llegué al aparcamiento de Djúpalónssandur poco después del mediodía. La mañana había ido mejorando y el día era totalmente impropio del invierno islandés. El sol brillaba con fuerza sobre la nieve y el cielo azul apenas mostraba hacia el norte algunas nubes cercanas al horizonte. Únicamente la parte alta del Snæfellsjökull estaba parcialmente cubierta por una extraña neblina blanca, que bien podía ser nieve levantada por el viento. El volcán, de 1.446 metros de altura, dominaba el paisaje hacia el noreste. Sobre su cima se extienden los once kilómetros cuadrados del más pequeño entre los glaciares de Islandia.

Descendiendo a Djúpalónssandur

Descendiendo a Djúpalónssandur.

Hay dos caminos para descender del aparcamiento a la costa. Tomé el de la izquierda, que inicialmente parecía el más suave. Me equivoqué. Su último tramo resultó estar parcialmente cubierto de nieve helada, complicando el descenso. En cualquier caso, al llegar a la playa me sentí trasladado a un mundo diferente. Y no solo por las extrañas formaciones de roca volcánica que me rodeaban. La temperatura también cambió abruptamente. Djúpalónssandur está orientada al sur y protegida en los otros tres puntos cardinales por laderas de lava solidificada. Aquel día, la playa parecía tener un microclima, en el que no tenía cabida ni el más leve soplo de viento. El sol, a pesar de no estar muy alto sobre el horizonte, calentaba los negros guijarros, mientras se reflejaba sobre las aguas de un mar extrañamente calmado. De no haber sido por las manchas de nieve, repartidas entre las laderas y las umbrías, hubiera podido pensar que me encontraba en alguna remota playa volcánica de las Islas Canarias.

Formación de lava alcalina

Formación de lava alcalina.

Las rocas volcánicas de Djúpalónssandur están compuestas de lava alcalina. Este tipo de lava, rica en metales como potasio y sodio, se suele formar en el interior de las placas tectónicas, mediante un mecanismo que los geólogos siguen sin comprender plenamente. Es la menos frecuente en el mundo. Sobre todo en una isla joven, ubicada en una dorsal oceánica,  donde tan solo es posible encontrarla en la península de Snæfellsnes. En Djúpalónssandur, es la causante de las extrañas formaciones que resultan tan llamativas, entre las que destacan aquellas creadas por lava que contiene óxido de silicio. El sílice las confiere una curiosa mezcla de colores y texturas. Las zonas grises corresponden a lava que se solidificó rápidamente, adoptando un aspecto un tanto vidrioso. Por contra, aquella que tardó más en enfriarse, teniendo tiempo para oxidarse al interactuar con el agua, crea superficies de aspecto rojizo.

Lava junto al mar en Djúpalónssandur

Lava junto al mar en Djúpalónssandur.

La marea estaba baja y el oleaje era casi inexistentes. El contraste no podía ser mayor con mi visita a Brimketill, en la costa sur de Reykjanes, apenas 24 horas antes. Por una parte fue una lástima. Prefiero la Islandia indomable y salvaje de la mañana anterior. Por otra, una suerte. Djúpalónssandur es una de las playas más peligrosas de la isla. Visitarla con mala mar, corriendo el riesgo de que una ola la barra completamente, algo que es relativamente normal, me hubiera impedido acceder a varias de sus interesantes formaciones.

Pero no todo eran ventajas. El intenso sol creaba brillos y contrastes que complicaban enormemente la fotografía. Un buen profesional hubiera sido capaz de sacar partido de los juegos entre las sombras y los reflejos. Pero no era mi caso. Lo sentí sobre todo recorriendo las charcas y las rocas en el extremo oriental de la playa. Las formas, ya de por si extrañas, estaban cubiertas por algas que acentuaban esa rareza. En algún momento, tuve la sensación de caminar sobre otro planeta. Las algas se volvieron más numerosas al intentar acercarme a la roca conocida como Kerling, según la leyenda una mujer troll convertida en piedra. Hasta que llegó un momento en el que no pude seguir avanzando. Una combinación de algas resbaladizas, rocas irregulares y nieve congelada acabó impidiéndome el paso.

Nautastígur

Nautastígur.

Emprendí el regreso, esta vez por Nautastígur, la Senda de los Toros. Antiguamente el sendero se utilizaba para llevar las reses a dos pequeñas lagunas de agua dulce, conocidas como Djúpulón, a las que la playa debe su nombre. Djúpalónssandur significa Playa de las Lagunas Profundas. Nautastígur avanza entre extrañas formaciones de roca volcánica, que forman un estrecho callejón, donde una vez más el contraste entre las zonas en sombra y aquellas iluminadas por el sol era excesivamente intenso. El camino, mucho mejor que el que había utilizado para llegar a la playa, me llevó directamente al aparcamiento.

Vista de Djúpalónssandur hacia Dritvík

Vista de Djúpalónssandur hacia Dritvík.

En una jornada completamente improvisada durante una madrugada de insomnio, Djúpalónssandur acabó siendo la sorpresa del día. Había leído que era un lugar interesante, pero no sospechaba hasta que extremo. No pude detenerme todo lo que me hubiera gustado en algunas zonas y tuve que renunciar a visitar Dritvík, el antiguo fondeadero de la flota pesquera. Habría significado duplicar la hora que pasé en la playa. Un tiempo del que no disponía. Tampoco me acerqué a las dos lagunas, en este caso por encontrarlas cubiertas por una capa de nieve que las hacía indistinguibles del paisaje circundante.

El Snæfellsjökull desde Djúpalónssandur

El Snæfellsjökull desde Djúpalónssandur.

Recorrí el lugar en unas condiciones extrañas. Un día asombrosamente sereno y soleado en pleno mes de febrero. Aunque el exceso de luz me jugó algunas malas pasadas, he de reconocer que el hermoso contraste entre las oscuras rocas de Djúpalónssandur y las blancas laderas del Snæfellsjökull compensó con creces mis sinsabores fotográficos. Espero regresar algún día, con dos o tres horas por delante que me permitan disfrutar plenamente de la playa y su interesante entorno. Si, además, llego en un día nublado y con el mar embravecido, será el contrapunto perfecto de mi primera visita.

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Para ampliar la información:
El blog Los viajes de Wircky tiene una buena entrada sobre la playa en https://wircky.com/10-cosas-ver-djupalonssandur-dritvik/.

En https://depuertoenpuerto.com/islandia-en-invierno/ se puede ver todo el itinerario de mi primer viaje invernal por Islandia.

En inglés, muy interesante el largo post en Guide to Iceland: https://guidetoiceland.is/connect-with-locals/regina/djupalonssandur-beach-a-lava-wonderland.

Quien busque algo más breve puede visitar las páginas Another Iceland (https://www.anothericeland.com/guides/djupalonssandur) o Hit Iceland (https://hiticeland.com/places_and_photos_from_iceland/djúpalónssandur).

Por último, la web oficial de turismo del oeste de Islandia tiene una breve reseña sobre Djúpalónssandur: https://www.west.is/en/place/djupalonssandur-dritvik.