El Norsk Folkemuseum tiene un origen un tanto paradójico. Por una parte, fue fundado por Hans Aall, un filósofo y bibliotecario nacido en Arendal el año 1869. En 1894, en pleno auge del sentimiento nacionalista noruego, estableció un primer museo en el centro de Christiania, la ciudad actualmente conocida como Oslo. Según sus propias palabras, el museo nació para proporcionar «una comprensión de nuestra vida como nación y nuestro desarrollo cultural, así como un sentimiento de unión e interdependencia».

Almacén de Rolstad

Almacén de Rolstad.

Mientras tanto, Óscar II, rey de Suecia y Noruega, había comenzado a reunir, junto a su residencia veraniega en la península de Bygdøy, una colección de edificios noruegos tradicionales. Aunque, según parece, la idea surgió de Christian Holst, chambelán de la residencia. En cualquier caso, la colección se estableció en 1881, abriéndose al público un año más tarde. Entre otras piezas, incluía la stavkirke de Gol y un almacén de grano de principios del siglo XIV.

Detalle de edificio de Rofshus

Detalle de edificio de Rofshus (Telemark).

En 1901, el Museo del Pueblo Noruego se trasladó a Bygdøy. Tan solo cuatro años más tarde, Noruega rompió su unión con Suecia, eligiendo un nuevo rey de origen danés. En 1907 el museo se hizo cargo de la antigua colección real. Así, el Norsk Folkemuseum nació por una parte del movimiento nacionalista noruego y por otra del rey que simbolizaba la unión contra la que dicho nacionalismo luchaba.

Quiosco en la plaza central

Quiosco en la plaza central.

Tras la independencia, el museo siguió creciendo bajo la certera dirección de Hans Aall. Ademas de continuar recopilando edificios con valor histórico de la Noruega rural, se creó una «plaza del mercado» rodeada por construcciones de obra nueva y mayor tamaño. En su interior, se instalaron diversas exhibiciones, mostrando objetos de uso común entre los siglos XVI y XX.

Granja de Østerdalen

Granja de Østerdalen (Innlandet).

Con los años, los objetivos del museo se fueron haciendo más ambiciosos. En lugar de buscar edificios sueltos, se decidió intentar crear conjuntos lo más completos que fuera posible. La intención era poder mostrar, además de la arquitectura, el modo en que los edificios interactuaban entre sí y con la vida económica y cultural de su espacio y época.

Tienda tradicional sami

Tienda tradicional sami.

Tras la guerra mundial, a pesar de la muerte de su fundador en 1946, el museo cobró un nuevo impulso. Por una parte, se buscó popularizarlo, creando iniciativas que pudieran atraer a un público más amplio y diverso. Además, dio comienzo una intensa labor de investigación, potenciando los archivos y las colecciones de objetos cotidianos. También se integraron piezas relacionadas con la cultura Sami, hasta entonces atesoradas en el Museo Etnográfico. Y se recuperó una importante cantidad de objetos de la «colección noruega» del Museo Nórdico de Estocolmo.

Christiania

Christiania.

El Norsk Folkemuseum ha seguido creciendo hasta nuestros días, cada vez más volcado en la investigación y las exhibiciones temporales, que renueva constantemente. Paralelamente, ha ampliado su campo de interés, hacia entornos más urbanos y próximos a nuestra época. Una muestra es la pequeña tienda de 1958 denominada Kairo Tobakk & Frukt. O el conjunto de casas procedente de Enerhaugen, un barrio de Oslo, en el que habitaron familias humildes entre 1909 y 1959. Fue trasladado al museo durante la remodelación del barrio y abierto al público en 1969. En 2012 se renovó su decoración, en colaboración con los descendientes de sus últimos habitantes, con un asombroso nivel de detalle.

Ventana de granja procedente de Hallingdal

Ventana de una granja procedente de Hallingdal.

Había pasado frente a la puerta del museo durante mi visita a Oslo en el invierno de 2019. La linea de autobús número 30, que lleva al Museo del Fram, tiene una de sus paradas junto a la entrada del Norsk Folkemuseum. Es más, el fantástico Museo de Barcos Vikingos, que había sido mi segunda visita de aquel día, está a escasos metros de su puerta. Pero no me había molestado en investigarlo. Por una parte, apenas me quedaba tiempo disponible durante mi breve estancia en Oslo. Además, había asumido que el Museo del Pueblo Noruego era una especie de trampa para turistas. Un pastiche de reproducciones sin demasiado criterio ni valor, similar a los que proliferan en otros lugares y de los que, en España, tenemos unas cuantas muestras. Primer (y grave) error.

Entrada al museo

Entrada al museo.

Comencé a cambiar de idea mientras pasaba junto a su valla y pude entrever fugazmente, desde el autobús, alguno de los edificios más próximos a Museumsveien, la carretera que lo bordea por el noreste. Bajo un precioso manto blanco, el museo tenía un aspecto magnífico. Sensación que se confirmó cuando esa misma tarde, de vuelta al hotel, hice una primera investigación. Entre otras joyas, alojaba una de las stavkirke mejor conservadas de Noruega. Pero había previsto viajar en tren hasta Bergen al día siguiente a primera hora. El museo tendría que esperar.

Granero de Hallingdal

Granero de Hallingdal.

Un año más tarde, el Norsk Folkemuseum se había convertido en mi visita principal del día. Tras llegar a Oslo en barco y dejar el equipaje en el hotel, llegué a sus puertas sobre las 11:30 de la mañana, pensando que lo vería en un par de horas. Segundo error. Al final, tuve que emplear tres horas y media en hacer una visita mucho más rápida de lo que el museo se merece. Como poco, debería haber programado una visita de seis horas. Aunque no creo que sea posible recorrerlo con un mínimo de detenimiento en un único día.

Carámbanos en tejado tradicional

Carámbanos en tejado tradicional.

El tercer y último error, en realidad fue una circunstancia en parte desafortunada. En lugar de la preciosa jornada del invierno de 2019, con Oslo cubierto por un espeso manto blanco, bajo un cielo gris del que no paraban de caer copos de nieve, visité el museo un día que, aunque frío, era totalmente impropio de un mes de febrero en Escandinavia. Quizá hubiera sido peor visitar un museo al aire libre en medio de una ventisca invernal, pero recorrerlo con un sol espléndido y un cielo de un azul asombrosamente intenso, era lo último que esperaba. Reconociendo que hacer una visita a la intemperie en pleno invierno noruego y acabar pasando calor no deja de ser un lujo poco habitual, aquello privó al museo de parte de su encanto. Aun así, y a pesar de no poder hacer las fotografías que había imaginado, la visita acabó siendo tan entretenida como instructiva.

La iglesia de madera de Gol.

Una vez dentro del museo, mi primer objetivo era la espléndida stavkirke de Gol, edificada en el entorno del año 1200 y trasladada a su actual ubicación en 1885. Forma parte del legado dejado por Óscar II y sin duda es el edificio más popular del recinto.
Conjunto del valle de Halingdal

Conjunto del valle de Halingdal (Viken).

Buena parte del museo al aire libre está ocupado por una recopilación de construcciones de diversos puntos de Noruega. Los edificios están agrupados con criterios geográficos y, generalmente, intentando mostrar conjuntos coherentes. En la medida de lo posible, procuran mantener la relación espacial entre los diversos elementos, incluso cuando éstos no proceden exactamente del mismo lugar. Un buen ejemplo es la granja del valle de Hallingdal. El conjunto está formado por 12 edificios, procedentes de 8 lugares distintos del valle. Viviendas, almacenes, graneros y establos permiten apreciar cómo debía ser una granja de la zona a mediados del siglo XVIII.

Tierra de cultivo

Tierra de cultivo.

La puesta en contexto se lleva hasta a los elementos que rodean los edificios. Por ejemplo, el vallado de las granjas o los campos se corresponde con el característico de cada zona. Así como la arboleda o incluso los cultivos que, en ocasiones, se intercalan con las construcciones. En más de un lugar, acabé teniendo la sensación de estar en medio de la campiña noruega y no en las afueras de Oslo.

Cartel del área de Hardanger

Cartel del área de Hardanger.

Todo ello complementado con una cartelería, en noruego e inglés, que ayuda a comprender aquello que se está viendo. Mapas, planos, fotografías y textos descriptivos forman la mayor parte de los paneles. Casi todos disponen además de un código QR, que permite ampliar la información. Por si todo esto fuera poco, en muchos casos hay carteles adicionales sobre los temas más variados. Desde técnicas utilizadas en las explotaciones agrarias hasta leyendas asociadas a algunos edificios.

Antiguo hostal de Akkerhaugen

Antiguo hostal de Akkerhaugen.

Edificios cuyo interior, en bastantes ocasiones, es posible visitar. Al igual que ocurre con los conjuntos de construcciones, el interior y el exterior no son siempre del mismo origen. Pero si se relacionan tanto por proceder de la misma región como por tener la misma funcionalidad. Lo mismo se puede visitar la vivienda de un granjero del siglo XVII que un granero del XIX. El resultado fue que, cuando quise darme cuenta, había consumido las dos horas previstas y aún no había terminado de ver la parte rural del museo.

Farmacia Hjorten

Farmacia Hjorten.

Lo cual me obligó a acelerar el ritmo de mi visita al llegar a lo que podríamos denominar como su «parte urbana». Sección que, si cabe, logró sorprenderme más que la que llevaba visitada. Sin tener su mismo encanto, no por ello tenía menor interés. Era posible visitar desde una gasolinera, un banco o una farmacia hasta una antigua vivienda obrera de Oslo, reproducida con un nivel de detalle que llegaba a la ropa tendida en su interior.

Salas de arte religioso

Salas de arte religioso.

Seguía acumulando retraso, por lo que mi recorrido por la parte cubierta del museo fue todavía más rápido. Una lástima, pues las salas de la cultura Sami eran muy interesantes, así como las dedicadas al arte sacro. No podían faltar maquetas, que ayudaban a comprender las técnicas constructivas de algunos de los edificios del exterior, y algunos muebles en los que, una vez más, se podía comprobar la habilidad de los tallistas de madera noruegos.

Diseños de Unn Søiland Dale

Diseños de Unn Søiland Dale.

Una característica del museo, que comparte con otros que he podido visitar en Noruega, es su carácter «popular». Lejos de centrarse en grandes obras de arte o en los hechos de personajes con cierta relevancia histórica, pone el énfasis en las vidas, logros y realizaciones de la gente común. Y no solo en piezas de relativa antigüedad, cuya mera supervivencia hasta nuestros días las hace especiales. O en aquellas que proceden de granjas remotas y muestran técnicas desaparecidas. Así, en las exhibiciones más modernas, podemos encontrar objetos que, a los que tenemos cierta edad, pueden parecernos asombrosamente familiares. Como la sección dedicada a la historia del tejido de punto, que recopila ejemplos desde su introducción en Noruega a principios del XVII hasta nuestros días. Otro buen ejemplo de su interés por lo cotidiano es la reproducción de un apartamento en las afueras de Oslo, habitado por una familia de inmigrantes pakistaníes a principios del milenio.

Granero de Brottveit

Granero de Brottveit.

Al final, el Norsk Folkemuseum superó con creces mis mejores expectativas. Hasta el punto de tener previsto volver a recorrerlo, esta vez con más calma, cuando pueda regresar a Oslo. Al mero placer estético de contemplar los hermosos edificios que contiene, se une la posibilidad de poder profundizar en la comprensión de la historia y la cultura de Noruega. En mi modesta opinión, la calidad y el interés del museo lo convierten en una visita imprescindible para cualquiera que viaje a Oslo.

Travelers' Map is loading...
If you see this after your page is loaded completely, leafletJS files are missing.
Para ampliar la información:

La web oficial de turismo de Oslo contiene alguna información práctica: https://www.visitoslo.com/es/producto/?tlp=2978173&name=Norsk-Folkemuseum.

El blog Mad About Travel tiene una entrada muy descriptiva sobre el museo: https://madaboutravel.com/visita-al-museo-del-pueblo-noruego-en-oslo/.

En https://depuertoenpuerto.com/de-copenhague-a-tromso/ se puede ver todo mi viaje invernal entre Copenhague y Tromsø.

En inglés, la magnífica web oficial del Norsk Folkemuseum está en https://norskfolkemuseum.no/en.

También muy interesante la sección sobre el museo en KulturPunkt: https://kulturpunkt.org/es/museum/46.

El blog Paper Tiger contiene un par de posts: https://paper-tiger.net/2014/08/12/norsk-folkemuseum-part-1-the-open-air-museum/ y https://paper-tiger.net/2014/08/27/norsk-folkemuseum-part-2-indoors/.