Desde la llegada de los primeros pobladores, el Jökulsá á Dal fue considerado el río más salvaje del este de Islandia. Con 150 kilómetros de longitud, era tan difícil de atravesar que el valle de Jökuldalur estaba a efectos prácticos partido en dos mitades, virtualmente incomunicadas entre sí hasta la construcción, en 1995, del puente de la Ring Road. La falta de conexión llegaba hasta tal punto, que el río era conocido con distinto nombre según la zona. Todo cambió en 2006, cuando comenzó el llenado del embalse de Hálslón, destinado a alimentar la nueva planta hidroeléctrica de Fljótsdalur. Desde entonces, la mayor parte de su antiguo caudal es canalizado por un gran túnel, de 60 kilómetros de longitud, camino del Lagarfljót. La sorpresa vino cuando, junto a la granja de Grund, vio la luz un hermoso cañón de columnas basálticas, hasta ese momento sumergido bajo las impetuosas aguas del río.

Carretera 923

Carretera 923.

Hay dos caminos para llegar a Stuðlagil. Ambos recorren inicialmente la carretera 923, en realidad una pista de tierra que se adentra en las Tierras Altas siguiendo la orilla izquierda del Jökulsá á Dal. La primera opción es desviarse por la 9214 en dirección a la granja de Klaustursel. La carretera tiene un puente, que permite cruzar a la orilla derecha del río. Desde allí, una caminata de aproximadamente 5 kilómetros nos llevará hasta Stuðlagil. La otra opción es seguir por la 923 hasta Grund, donde un corto desvío nos llevará a un aparcamiento, justo por encima del cañón. Fue la opción que elegimos nosotros.

Escalera hacia Stuðlagil

Escalera hacia Stuðlagil.

Como tantas granjas islandesas, Grund resultó ser un lugar un tanto destartalado, muy distinto de la imagen idílica que puede tener quien no conozca el país. El día de nuestra visita, el desbarajuste se veía incrementado por la maquinaria de una obra cercana. Estaban construyendo un mirador, que permitiría disfrutar del cañón de forma cómoda y segura. Aunque seguían trabajando, ya estaba abierto al público. Utilizamos su oxidada escalera metálica para descender cómodamente hacia Stuðlagil.

Stuðlagil desde el mirador

Stuðlagil desde el mirador.

Y ahí vino la decepción. La plataforma metálica del mirador, pese a volar sobre el cañón, ofrecía una vista mediocre. El lugar era sin duda hermoso, pero guardaba poca relación con las impresionantes fotografías del río, encajonado entre altas columnas de basalto, que había visto mientras preparaba la excursión. La culpa era solo mía, por no haber estudiado con más detenimiento la ruta, pero tenía difícil remedio. Para colmo de males, el lugar estaba bastante más concurrido de lo que esperábamos, tras llevar varios días visitando en soledad algunos de los espacios más populares de la isla.

Stuðlafoss desde la 923

Stuðlafoss desde la 923.

Una opción hubiera sido retroceder hasta el desvío de Klaustursel y recorrer los 10 kilómetros, entre ida y vuelta, de la senda que sigue la orilla derecha del Jökulsá á Dal. Además, de camino hubiéramos pasado a los pies de Stuðlafoss, una hermosa cascada enmarcada por columnas basálticas que habíamos visto a lo lejos, desde la 923. Pero significaba renunciar al resto de los planes del día.

Cartel de peligro en Stuðlagil

Cartel de peligro en Stuðlagil.

La otra posibilidad era intentar recorrer la zona en la que estábamos, buscando una perspectiva más interesante. Una opción no exenta de riesgo, pues las inclinadas laderas acaban sobre el abrupto cañón. Un despiste podía ser fatal, como advierte un cartel junto al aparcamiento. A pesar de lo cual, observando que OpenStreetMap reflejaba tres puntos panorámicos unidos por una senda, decidimos probar suerte.

Senda en Stuðlagil

Senda en Stuðlagil.

La senda apenas era una estrecha vereda, que zigzagueaba por la ladera unos metros por encima del cortado. Al menos, había una cuerda que ofrecía cierta seguridad en los tramos más complicados. Aun así, había que andar con mucha precaución. Una caída podía suponer bajar rodando hasta el borde del cañón y allí despeñarse, ya que la ladera tenía bastante inclinación y estaba prácticamente desprovista de plantas a las que agarrarse en caso de accidente.

Stuðlagil desde la orilla izquierda

Stuðlagil desde la orilla izquierda.

El esfuerzo mereció la pena. Desde los precarios miradores ubicados hacia el norte, al menos pudimos contemplar el río y las dos paredes de columnas basálticas que lo flanquean. No fue la impresionante vista que tenía grabada en mi mente, oculta tras un recodo del río, pero era todo lo que podíamos conseguir aquel día en Stuðlagil. La orilla derecha tendría que esperar hasta otra ocasión.

Para ampliar la información:

El blog Aire Puro tiene una entrada sobre el lado «correcto» de Stuðlagil: http://airepuromendizale.blogspot.com/2022/09/canon-de-basalto-studlagil.html.

La web de la Fundación Aquae tiene una entrada sobre el Jökulsá á Dal: https://www.fundacionaquae.org/el-rio-glacial-jokulsa-a-dal-y-el-canon-de-basalto-de-studlagil/.

En https://depuertoenpuerto.com/doce-dias-en-islandia/ se puede ver nuestro itinerario completo alrededor de Islandia durante el verano de 2020.

En inglés, Guide to Iceland tiene un artículo sobre el cañón: https://guidetoiceland.is/travel-iceland/drive/studlagil-canyon-iceland.

Más larga e interesante la entrada en Hit Iceland: https://hiticeland.com/places_and_photos_from_iceland/stuðlagil-canyon-in-jökla.

Quien quiera averiguar las posibilidades fotográficas de Stuðlagil, puede ver el video del fotógrafo danés Mads Peter Iversen: https://www.youtube.com/watch?v=pQExfNMyxpc.