La gran erupción que, en la primera mitad del siglo X, creó el campo de lava de Hallmundarhraun, tuvo un gran impacto en la orografía de toda la zona. No podemos saber con certeza cuál era el antiguo cauce del río Hvítá, pero es evidente que éste se vio alterado por el nuevo paisaje. Fruto de estos cambios, nacieron dos cascadas. Una, con una trágica leyenda. La otra, se encuentra entre las más sorprendentes de Islandia. La distancia que las separa es tan corta, que incluso comparten el aparcamiento.

Barnafoss

Barnafoss.

El río Hvitá es el mayor de los que desembocan en el Borgarfjörður. Nace al oeste del Eiríksjökull y, tras bordear el monte Strútur por el sur, acaba dándose de bruces con el gran campo de lava de Hallmundarhraun. Durante unos kilómetros, avanza lamiendo el borde meridional de Hallmundarhraun, saltando de rápido en rápido. El más angoste de los cuales, es conocido como Barnafoss, la cascada de los Niños. Según la leyenda, en los primeros días del landnámsöld, la cercana granja de Hraunsás estaba habitada por una familia con dos niños de corta edad. Un día de Navidad, éstos decidieron acudir a la iglesia, donde estaban sus padres. Intentaron atajar por un arco natural, que atravesaba el Hvitá sobre una cascada, con el resultado de que ambos cayeron al río y fallecieron. La madre, despechada, hizo derruir el arco de piedra y la cascada adquirió su nombre actual. Como muchas leyendas islandesas, puede tener cierto trasfondo de verdad, aunque probablemente muy dramatizado tras siglos de transmisión oral. En cualquier caso, Barnafoss parece más una sucesión de rápidos que una cascada. Y aun queda un arco natural de roca que atraviesa el río, aunque muy cerca del nivel del agua. Si, como el día de nuestra visita, éste es elevado, apenas será posible apreciarlo.

Hraunfossar desde el mirador superior

Hraunfossar desde el mirador superior.

Barnafoss es interesante, pero no destaca especialmente en un país como Islandia, cuajado de espectaculares cascadas. La auténtica joya del lugar es Hraunfossar, situada apenas unos metros aguas abajo. Tampoco es una cascada deslumbrante, pero su extraña composición hace que sea una de las favoritas de los numerosos fotógrafos de paisaje que recorren la isla.

Tramo inferior de Hraunfossar

Tramo inferior de Hraunfossar.

Hraunfossar es en realidad una serie de pequeñas cascadas, que caen lateralmente sobre el río Hvítá. La larga sucesión de saltos, de casi 900 metros de longitud, ya tendría interés por sí misma. Pero, además, el agua que alimenta Hraunfossar parece surgir mágicamente de la nada. En realidad, se filtra entre las grietas y poros de la lava relativamente reciente de Hallmundarhraun, hasta encontrar la capa inferior, de suelo mas antiguo y menos permeable. A continuación, fluye sobre éste, para aparecer súbitamente en la superficie cuando llega al final de la colada, justo frente al río. Un fenómeno que no es tan extraño en Islandia y puede verse a mayor escala en el mágico Sigöldugljúfur, el «valle de las lágrimas». Pese a su menor tamaño, Hraunfossar tiene la ventaja de que, al contrario que en Sigöldugljúfur, aquí es posible contemplar la cascada justo de frente, apenas a unos metros de distancia. El lugar es de una belleza tan sutil que, de no conocer su génesis, se podría pensar que es artificial.

El puente sobre el Hvítá

El puente sobre el Hvítá.

El conjunto de las dos cascadas forma parte de la Islandia más civilizada. Se llega por la 518, una carretera completamente asfaltada. Un aparcamiento, un café, varios miradores de madera y hasta un puente sobre el Hvítá permiten recorrerlo con seguridad y comodidad. El puente hace posible cruzar hasta la colada de lava, por la que adentran varias sendas, aunque ninguna parece ser demasiado larga ni interesante.

Larga exposición en Hraunfossar

Larga exposición en Hraunfossar.

Nuestro plan en Hraunfossar consistía en cubrir dos objetivos básicos: hacer alguna fotografía de larga exposición y grabar varias tomas a vista de dron. No logramos ninguno de los dos. Aunque la mañana era mucho más apacible que la tarde anterior, seguía haciendo un viento bastante fuerte. Lo suficiente como para hacer desaconsejable  volar el dron. Intenté hacer alguna fotografía de larga exposición, pero el viento agitaba continuamente la abundante vegetación, emborronando las tomas. No logré ninguna realmente satisfactoria. Tampoco me fue mucho mejor con los intentos de grabar un video.

Hraunfossar surgiendo de la lava

Hraunfossar surgiendo de la lava.

A pesar de lo cual, la visita resultó tan interesante como agradable y las dos cascadas nos parecieron hermosas, sobre todo Hraunfossar, la «cascada del campo de lava». Quizá no tanto como para hacer un viaje a propósito desde Reikiavik, a 126 kilómetros de distancia, pero desde luego merece un desvío si te encuentras en las inmediaciones. Según dicen, la mejor época para fotografiar Hraunfossar es el comienzo del otoño, cuando las hojas del bosquecillo de abedules que la rodea adquieren tonos rojizos y dorados.

Pese al viento, podíamos haber intentado descender hasta la orilla del río, donde el movimiento de la vegetación habría sido menos evidente. Pero acabábamos de comenzar lo que acertadamente presumíamos iba a ser una larga jornada y no queríamos comenzar retrasándonos desde la primera parada. Al final, apenas empleamos 40 minutos en visitar ambas cascadas. Habrá que regresar.

Para ampliar la información:

Mi siguiente visita, en invierno, puede verse en https://depuertoenpuerto.com/hraunfossar-y-barnafoss-en-invierno/.

El blog Los viajes de Wircky tiene una entrada sobre Hraunfossar: https://wircky.com/hraunfossar-islandia-la-cascada-no-nace-rio/.

En inglés, Guide to Iceland tiene un artículo sobre Barnafoss: https://guidetoiceland.is/travel-iceland/drive/barnafoss.

También es interesante la entrada sobre Hraunfossar en Amazing Iceland: https://amazingiceland.is/destination/hraunfossar-waterfalls2/.

El canal de YouTube de Mads Peter Iversen tiene un video sobre la cascada: https://www.youtube.com/watch?v=kNYMU7-Qrek.