Según nos acercábamos al faro de Punta Sabbioni y las torres de Venecia comenzaban a despuntar sobre el horizonte, el paisaje hacia el noroeste hizo que recuperara el ánimo. El sol iluminaba oblicuamente las cumbres de los Dolomitas, realzando sus abruptas laderas. La niebla se agolpaba en el valle del Piave, apenas contenida por las cumbres de los Prealpes de Belluno. Mientras entrábamos a la laguna, al filo de las siete y media, la niebla comenzó a rebosar entre las cumbres, deslizándose hacia la llanura véneta.
Embelesados con los Dolomitas, cuando quisimos darnos cuenta estábamos llegando al Forte Sant’Andrea. Algo mas allá nos esperaba un remolcador, para escoltarnos durante el trayecto por el «bacino di San Marco» y el canal de Giudecca. Al contrario que durante nuestra travesía por las mismas aguas a bordo del Eurodam, que hicimos amarrados a dos remolcadores, uno a proa y otro a popa, en esta ocasión un único remolcador se limitó a navegar vigilante a nuestra popa.
Poco después, virábamos entre las islas de Sant’Elena y San Servolo. Venecia se desplegaba ante nosotros en todo su esplendor. Las cúpulas y las torres de San Giorgio Maggiore, San Marco, la Punta de la Aduana y Santa María de la Salute se entremezclaban, formando una escena tan bella como armoniosa. Todavía no eran las ocho de la mañana y la ciudad comenzaba a despertar de su letargo nocturno, antes de su invasión diaria por hordas de turistas. A pesar de que el amanecer había terminado hacía tiempo, la luz era increíblemente hermosa. Una capa discontinua de nubes la tamizaba, a la vez que creaba interesantes patrones en el cielo. Al final, la navegación por Venecia superó nuestras expectativas.
¿Deben atravesar los cruceros el centro de Venecia?
Dicho lo cual, creo que es una práctica a erradicar. Y no porque los cruceros atravesando el «bacino di San Marco» estropeen la boda de un actor famoso, como pasó hace años. Tampoco creo que un crucero, moviéndose a una velocidad ridícula, genere mas oleaje y erosión que los miles de barcos que atraviesan el canal todos los días. El auténtico problema, como pudimos comprobar hace unos meses, es una mole de decenas de miles de toneladas fuera de control. ¿Qué hubiera pasado si el MSC Opera hubiera sufrido la avería veinte minutos antes, navegando frente al Palacio Ducal? Con mucha probabilidad, las pérdidas humanas y los daños al patrimonio artístico hubieran sido intolerables. Es un riesgo que no se debe correr.
Al final, llegamos al muelle de San Basilio con tan solo cuarenta minutos de retraso. Nos recibió la esbelta silueta del Sea Cloud, al que llevábamos toda la mañana viendo navegar unas pocas millas por delante de Le Lyrial. Terminaba así nuestro crucero por el Adriático, pero no nuestras vacaciones. Aún teníamos por delante tres días en la laguna veneciana.https://www.youtube.com/watch?v=QR68Hthtb2s?rel=0
Forte Sant’Andrea
Punta Sabbioni
San Giorgio Maggiore
Punta de la Aduana
Palacio Ducal
Muelle de San Basilio
La polémica sobre los cruceros en Venecia tiene ya sus años, como se puede comprobar en https://www.diariodelviajero.com/europa/el-conflicto-de-venecia-y-los-cruceros.
En inglés, la página de la terminal de cruceros de Venecia está en https://www.vtp.it/en/info-operatori/crociere/.
Quien busque indicaciones sobre como llegar a la terminal de cruceros, puede visitar https://europeforvisitors.com/venice/articles/transportation-from-stazione-marittima.htm (Stazione Marittima) o https://europeforvisitors.com/venice/articles/transportation-from-san-basilio.htm (muelle de San Basilio).