En la época de los viajes en avión a precio de saldo y de las experiencias «inmediatas», viajar en barco puede parecer un contrasentido. Generalmente es más caro y desde luego mucho más lento. Sin embargo, para mi es la mejor forma de viajar. Quizá sea porque nací y pasé parte de mi infancia junto al Mediterráneo y vivir en Madrid me ocasiona una especie de síndrome de abstinencia, que solo puedo saciar adecuadamente en mi tiempo libre. Y no se me ocurre mejor forma de hacerlo que a bordo de un barco.
Llegar a una ciudad por mar permite acercarse a ella lentamente. Apreciarla desde cubierta antes de desembarcar. Entrar a la ciudad por su puerto, que es casi siempre el motivo de su existencia. Su cuna. Su alma. Las travesías me sirven para descansar. Tanto el cuerpo como, sobre todo, el espíritu, llenándolo de olor a salitre y de horizontes ilimitados. De hermosas costas y de atardeceres que dejan sin aliento.
Los viajes en barco suelen asociarse a los cruceros, pero no necesariamente es así. Muchos trayectos pueden realizarse en ferry, como la mítica ruta postal de Hurtigruten, para muchos el viaje en barco más hermoso del mundo. O el itinerario de tres días que realiza el Norröna entre Hirtshals, al norte de Dinamarca, y Seyðisfjörður, en el este de Islandia. También es posible moverse con relativa facilidad por la costa croata, las islas griegas o el Báltico. Y, por supuesto, siempre está la posibilidad de ir en un barco propio o alquilado. Aunque estas últimas sean opciones al alcance de unos pocos. En el caso del alquiler, no tanto por su coste como por las dificultades que conlleva.
En cualquier caso, buena parte de mis viajes más recientes los he realizado a bordo de cruceros. Aunque pueda parecer mentira, creo que a la mayor parte de la gente que viaja en ellos el mar les es indiferente. Prefieren ver un espectáculo, más o menos mediocre, antes que una espléndida puesta de sol. O acudir a un concurso absurdo en vez de disfrutar de la navegación junto a una costa espectacular. No es mi caso. El mar y todo lo que le rodea forma una parte importante de mis viajes. Disfruto viendo los barcos que nos cruzamos, los puertos en los que atracamos, la costa que bordeamos o simplemente mirando como el mar se desliza bajo el casco del buque.
Que nadie busque aquí noticias sobre las últimas ofertas, los barcos más grandes o los destinos más exóticos. Tampoco daré información sobre las actividades que suelen ofrecer estos barcos, o sobre el tamaño de sus piscinas. Lo único que encontrará serán mis modestas opiniones y mis experiencias, buenas y malas, sobre mis viajes y los lugares que he podido conocer. Siempre de primera mano y desde mi punto de vista, que puede gustar o no, pero es el mejor que tengo.
Espero que alguien, algún día, leyendo una entrada de este blog, encuentre inspiración para un viaje, o simplemente alguna información o consejo que le sirva para sacar más partido de un lugar. Para mi, viajar es la experiencia más enriquecedora del mundo. Escribiendo este blog he descubierto que, rememorando las vivencias y compartiéndolas, se puede aprender y disfrutar casi tanto como durante el mismo viaje. ¿Qué más se puede pedir?
Me ha traído la casualidad a su blog. Una búsqueda no demasiado específica a veces me lleva a sitios tan sorprendentes como este espacio virtual suyo. Me parece que voy a tener que regresar a menudo, por que la forma de contar sus viajes es lo que siempre busqué; más allá de los datos tan manidos que cualquier otro espacio ofrece.
Aunque soy de tierra adentro, siempre me ha gustado el mar y cuando puedo me acerco a él, al menos una vez al año. Sólo puedo hacerlo en verano y para mayor desdoro en agosto. Yo no puedo permitirme en ese mes buscar calas desiertas, pero a veces he tenido la suerte de topar con esa suavidad que le da al alma un rincón que la gente se ha dejado sin ollar. Sobre todo he navegado en cruceros. El Mediterráneo, el mar Jónico, Adriático, el Egeo… En tres viajes he llegado a visitar doce Islas Griegas, algunas dos veces. Y el Báltico, que no creo que olvide nunca.
Aprovecho cualquier oportunidad que se presente para subir a un barco; grande, pequeño, viejo y oxidado o de ultima generación. Sé que no es lo mismo viajar ocho días al año en uno que pasar toda la vida abordo, pero tengo la sensación de que me costaría poco adaptarme. Los aviones nos llevan nos traen, pero eso no es viajar. Eso es sólo desplazarse. Viajar es vivir y viajar en barco es vivir despacio, sin prisas. Es, para mí, lo mas parecido al consejo que Cavafis le da a Ulises en su retorno a Ítaca:
Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes,
o al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones y a Cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone en pie.
Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes;
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende, aprende de sus sabios.
Ten siempre a Ítaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta
Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.
Aunque pobre la encuentres, Ítaca de ti no se ha burlado.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya qué significan las Ítacas. Constantino Cavafis
Un fuerte abrazo y gracias por hacerme rememorar, ahora, a las puertas del invierno, los buenos ratos de mar, los atardeceres ocres.
Coincido plenamente con su apreciación sobre los viajes en general y sobre los viajes en barco en particular. Hice mi primer crucero casi obligado, pero desde entonces he sido incapaz de parar. Con el tiempo, he comenzado a abrir el abanico, combinando los cruceros clásicos con viajes en barcos de linea regular. No ofrecen la misma comodidad, pero a cambio permiten organizar itinerarios mas flexibles y personales.
En cualquier caso, yo también aprovecho cualquier ocasión para subir a un barco. Prefiero los trayectos largos, sin importarme pasar días enteros a bordo. Pero no desprecio los mas cortos. Viajar en una golondrina entre Alicante y Tabarca, o simplemente cruzar de una orilla a otra del Ijs en un transbordador, sintiendo el olor del agua y el balanceo del suelo bajo mis pies, me lleva a un estado de felicidad difícil de describir.
Me alegro de conocer, aunque sea virtualmente, otra persona que comparte mi pasión por el mar y los barcos. Espero seguir contando con sus visitas y sus interesantes comentarios.
se nota toda la pasion que pones en lo que escribis. he descubierto este blog por casualidad y llevo cuatro horas leyendo sin parar. Si bien hare un crucero por China malasia y vietnam en enero siento que ya comence a viajar. Yo me siento muy identifidada porque al menos en la medida de mis posibilidaes siento que la mejor forma de viajar es en crucero. lo vivo a fondo en todo lo que significa. mas alla de la piscina o el especatculo a los que ultimamente casi no asisto. aprecio mucho que lo hayas compartido y ojala puedas seguir viajando y viviendo estas experiencias tan enriquecedoras y compartiendolas con quienes te leemos. se nota la pasion que pones en todo lo que describis y de alguna forma es como volver a viajar tan solo el recordar los momentos vividos. hasta pronto!
Tienes razón. Antes, vivía cada uno de mis viajes dos veces. La primera, al prepararlo. La segunda, mientras viajaba. Ahora lo vivo una tercera vez, cuando lo rememoro para escribir sobre el.
Cuando comencé a escribir este blog, hace ya mas de tres años, no tenía ni idea del tiempo que me iba a llevar. De haberlo sospechado, probablemente nunca hubiera comenzado. Afortunadamente lo ignoraba, al igual que ignoraba lo que iba a disfrutar escribiéndolo. Bucear entre las incontables fotos, revisar los mapas o averiguar el dato que me falta, o simplemente olvidé, me vuelve a sumergir en los lugares que conocí.
Espero que disfrutes de tus viajes.