Muchas de las iglesias venecianas son pequeñas pinacotecas. La larga y recíproca fascinación de la ciudad de la laguna con la pintura dejó una profunda huella en sus palacios, scuole y templos. Pero hay algunos lugares de Venecia que brillan con luz propia. Uno de ellos es la poco conocida San Sebastián. Una iglesia apartada de las rutas turísticas, en la parte meridional del sestiere de Dorsoduro, que contiene una asombrosa acumulación de obras de Paolo Caliari, también conocido como il Veronese.

Campanile de San Sebastián

Campanile.

El templo se asienta en los terrenos de un antiguo hospicio, regentado por la Orden de San Jerónimo. En 1396 se edificó un pequeño oratorio, que en 1468 se convirtió en una iglesia dedicada a San Sebastián. Un mártir que, durante la Edad Media, estaba considerado como protector frente a plagas y pestilencias. En 1505 comenzó a levantarse un nuevo templo junto a la iglesia de estilo gótico, que posteriormente sería demolida. La iglesia fue terminada en 1548, aunque tendría que esperar a 1562 para su consagración. El campanile, en ladrillo y piedra de Istria, fue construido entre 1544 y 1547.

Fachada principal de San Sebastián

Fachada principal.

El proyecto se encargó a Antonio Abbondi, apodado el Scarpagnino, que diseñó una iglesia con una sobria fachada clásica, rematada por las estatuas de tres santos, entre los que destaca San Sebastián, en posición central y más elevada. En cambio, el interior del templo era un claro ejemplo de iglesia renacentista de una sola nave. Posteriormente, Abbondi se vio obligado a incorporar seis capillas laterales. El prior pensó que vender las capillas a las familias venecianas más acaudaladas sería una buena forma de lograr fondos para proseguir con la obra.

Sacristía de San Sebastián

Sacristía.

En 1538, fray Bernardo Torlioni había sido nombrado prior de la congregación, sacudida por varios escándalos, con el mandato expreso de reformar su regla e imponer su estricta observancia. Torlioni decidió decorar el interior de la iglesia con pinturas que remarcaran la nueva actitud de la congregación y su estricta adhesión a la doctrina que emanaba del Concilio de Trento. De origen veronés, contrató en 1555 a Paolo Caliari, un compatriota suyo de apenas 27 años, con el fin de realizar las pinturas del techo de la sacristía.

Órgano, con las puertas cerradas

Órgano, con las puertas cerradas.

El prior quedó tan complacido con el resultado, que fue encargándole sucesivos trabajos. El Veronés estaría vinculado a San Sebastián hasta 1570. En esos años, creó un ciclo pictórico apabullante. Pintó frescos, tablas, lienzos y hasta diseñó la cubierta del órgano de la iglesia, encargado en 1558 a Alessandro Visentin. Su trabajo cambió por completo el antes sencillo interior del templo. Prácticamente vivía en la iglesia. Hay quien dice que había afrentado a un noble y el terreno sagrado le ofrecía asilo. Otros, que tenía problemas con la Inquisición. Viendo el resultado, me inclino a pensar que, como tantos artistas antes y después, simplemente se involucró en su obra hasta tal extremo que ésta terminó por absorberle.

Coronación de Ester y Triunfo de Mardoqueo

Coronación de Ester y Triunfo de Mardoqueo.

Los quince años largos que il Veronese pasó en la iglesia permiten apreciar su evolución como pintor. Desde los colores claros y vistosos del techo de la sacristía, hasta los más rotundos y profundos de la nave principal. Según avanzaba el proyecto, il Veronese comenzó a tratar todo el espacio del templo como un conjunto. Mas allá del ciclo pictórico, cuyas escenas narran historias bíblicas con fuerte simbolismo, hay motivos que van de un lado a otro de la nave o trampantojos que reproducen elementos de su arquitectura real.

Ábside de San Sebastián

Ábside.

No todas las pinturas que podemos ver en San Sebastián son del Veronés. Por ejemplo, en los cuadros del friso de la sacristía encontraremos obras de Palma el Joven y otros dos oriundos de Verona: Bonifacio de’ Pitati y Domenico Brusasorci. En el lado derecho del atrio, también veremos un San Nicolás de Bari pintado por Tiziano. Pero todas quedan eclipsadas por la magna obra de il Veronese. Su relación con el templo fue tan intensa que, tras morir en 1588, sería enterrado en su interior, entre el órgano y el altar mayor. Recorriendo San Sebastián, es sencillo acabar tan seducido como abrumado por su espléndido legado. Y entender que il Veronese, hechizado por su propia creación, terminase obsesionado con ella.

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Para ampliar la información:
Impresionante, como siempre, la entrada sobre la iglesia de Sira Gadea: https://viajarconelarte.blogspot.com/2013/02/venecia-v-chiesa-di-san-sebastiano.html.

Mas breve, pero también interesante, la reseña en Best Venice Guides: https://bestveniceguides.it/es/2021/05/15/pablo-verones-las-pinturas-en-la-iglesia-de-san-sebastian/.

En https://sites.google.com/site/veronesepintor/pinturas-de-la-iglesia-de-san-sebastiano hay una galería con fotos de varias de las pinturas.

En https://depuertoenpuerto.com/entre-los-dolomitas-y-ravena/ se puede ver el itinerario completo de nuestro viaje por el nordeste de Italia.

En inglés, completísima la sección de la web Save Venice dedicada a su labor en la restauración del templo: https://www.savevenice.org/project/church-of-san-sebastiano.