Aunque todas las ciudades cambian con la llegada de la noche, pocas lo hacen tanto como Venecia. La mayor parte de sus visitantes suele dormir fuera de la ciudad. En verano, según se aproxima el atardecer, es habitual ver cómo los vaporetti que recorren el Gran Canal rumbo a Piazzale Roma y la estación de Santa Lucía van cada vez más atestados. Mientras, las calles de Venecia van recuperando la calma. La ausencia de turistas, el silencio y el frescor crean una extraña sensación de paz, que hace de cualquier paseo nocturno por Venecia una experiencia sumamente agradable.

Atardecer en el Gran Canal

Atardecer en el Gran Canal.

Visitando Venecia en el verano de 2020, con el turismo de la ciudad reducido a una fracción del habitual, en ningún momento habíamos sentido la sensación de agobio y saturación que, en un año normal, es imposible esquivar por mucho que te esfuerces en huir de los caminos más trillados. Tarde o temprano, acabarás teniendo que atravesar la Strada Nova, el puente de Rialto o cualquiera de los lugares de la Venecia mas turística. En cualquier caso, nuestra tranquila tarde en el balcón del hotel, viendo el trasiego en el Gran Canal, nos había dejado con fuerzas de sobra para dar un paseo nocturno, en el que esperábamos disfrutar de una Venecia casi desierta. Dejamos el hotel mientras el sol se ocultaba tras los tejados de Ca’ Corner della Regina y Ca’ Pesaro, en la orilla opuesta del canal.

Atardecer en Rialto

Atardecer en Rialto.

El plan consistía en pasear sin rumbo fijo por los sestieri de San Polo y Santa Lucia. Era tarde para cruzar mediante el traghetto de Santa Sofía, al lado del hotel, por lo que nos resignamos a dar un rodeo hasta el puente de Rialto, atravesando varias de las calles y puentes normalmente más atestados de Venecia. De camino, encontramos una ciudad casi vacía. Aunque, siendo sincero, no tanto como habíamos esperado. Era evidente que no éramos los únicos que estaban sacando partido de los reducidos precios del verano de 2020.

Desde el puente de la Madoneta

Desde el puente de la Madoneta.

Una vez en la otra orilla, giramos hacia el oeste, con la intención de llegar hasta el campo San Polo. Según nos adentrábamos en el sestiere, las calles estaban cada vez más vacías. La luz también se iba apagando lentamente. Poco a poco, nos íbamos sumergiendo en una Venecia distinta. No era la ciudad de las espléndidas iglesias o los fastuosos palacios del Gran Canal. Recorríamos una ciudad mucho más intima y humana, pero no por ello menos hermosa.

Palazzo Soranzo

Palazzo Soranzo.

Finalmente, llegamos al campo de San Polo, la segunda plaza más grande de Venecia, tan solo superada por San Marco. Antes de 1493, el campo estaba ocupado en buena parte por cultivos y pastos para el ganado. Ese año fue completamente pavimentado y comenzó a cobrar importancia como un lugar en el que celebrar mercados y grandes fiestas. Su popularidad alcanzó tales cotas que se convirtió en un problema, por lo que en 1611 se prohibió todo tipo de actividad lúdica o mercantil. En su perímetro se ubican varios palacios, entre los que destaca Palazzo Soranzo, construido en el siglo XIV por una de las más antiguas familias de la nobleza veneciana.

Desde Ponte San Polo

Desde Ponte San Polo.

Desde el campo, seguimos avanzando hacia el suroeste, por Salizada S. PoloCalle dei Saoneri. En Venecia, la denominación de las calles suele hablarnos de su historia. Así salizada se refiere a una vía pavimentada desde antiguo (saliza equivale a sílex, material con el que se adoquinaban las calles), calle se refiere a los antiguos caminos de herradura, o callis en latín, y rio terá es un antiguo canal que ha sido cubierto y peatonalizado. Muy pronto llegamos al puente que atraviesa el rio di San Polo, que atravesamos bajo una luz cada vez más escasa.

Junto al embarcadero de San Toma'

Junto al embarcadero de San Toma’.

Al final, acabamos dándonos de bruces con el Gran Canal, en las inmediaciones del embarcadero del traghetto de San Toma’. A pesar de que eran poco más de las ocho de la tarde, el canal estaba prácticamente vacío, apenas transitado por alguna lancha solitaria. Al frente estaban el Palazzo Corner Gheltof y el extraño conglomerado de los Palazzi Mocenigo. Éstos últimos se extienden por cuatro edificios contiguos, antiguamente ocupados por una de las familias venecianas de mas rancio abolengo, que dio siete dogos a la república. De los cuatro edificios, el mas vistoso es el conocido como Ca’ Nova, con su fachada renacentista.

Scoletta dei Calegheri

Scoletta dei Calegheri.

Pero no teníamos la menor intención de recorrer el Gran Canal. Corregimos el rumbo y nos encaminamos hacia el noroeste. En unos minutos estábamos en el campo de San Tomá, una pequeña y tranquila plazoleta. Su extremo oriental está ocupado por la iglesia homónima, un templo que, aunque hunde sus raíces en el siglo X, fue reconstruido en 1395 y sufrió intensas renovaciones en los siglos XVI y XVII. En el extremo oeste de la plaza encontraremos la Scoletta dei Calegheri, una de las viejas cofradías venecianas, que en este caso agrupaba a los zapateros de la ciudad. Fue fundada en 1383 y se trasladó al edificio de San Tomá en 1478. Llegó a tener 1.200 miembros, antes de ser disuelta por el decreto napoleónico de 1807.

Perdidos en Santa Croce

Perdidos en Santa Croce.

Tampoco queríamos acabar en San Rocco, por lo que cruzamos el Rio de la Frescada para adentrarnos en el sestiere de Santa Croce, donde nos perdimos en un laberinto de callejuelas y callejones sin salida. Me atrevería a decir que fue lo mejor de la noche. Avanzábamos sin rumbo conocido, por las estrechos y solitarios callejas, dejándonos llevar por nuestro instinto. El silencio era casi absoluto, tan solo roto por nuestras propias pisadas y las de los escasos transeúntes que, de vez en cuando, aparecían fugazmente al final de algún callejón, para desaparecer casi de inmediato, como si fueran fantasmas.

Rio del Malcanton

Rio del Malcanton.

Llegó un momento que estábamos tan desorientados que no recuerdo haber atravesado el Rio di San Pantalon. El caso es que acabamos en Salizada San Pantalon, entre Ca’ Malcanton y Ponte Marcello. Tras un buen rato andando por callejuelas en las que apenas cabía una persona, aquello nos pareció un espacio asombrosamente amplio, en el que hasta era posible ver un retazo del cielo crepuscular. Como si quisiera añadir belleza y serenidad, la luna se elevaba sobre los edificios, reflejándose sobre las plácidas aguas del Rio del Malcanton.

San Nicolò da Tolentino

San Nicolò da Tolentino.

Recorríamos una zona de Venecia que no conocíamos, por lo que nos pareció una buena idea dejar de callejear y seguir por rutas más amplias y directas. Fondamenta Minotto nos llevó a Fondamenta dei Tolentini, donde giramos hacia el norte. Allí nos encontramos con San Nicolò da Tolentino, la sede de los teatinos en Venecia. Éstos llegaron a la ciudad después del Saco de Roma de 1527. La iglesia fue diseñada y construida entre 1591 y 1602, bajo la dirección de Vincenzo Scamozzi. Su fachada de enormes columnas corintias, única de su estilo en Venecia, fue levantada entre 1706 y 1714, según diseño de Andrea Tirali.

Fondamenta dei Tolentini

Fondamenta dei Tolentini.

Estábamos peligrosamente cerca de Piazzale Roma, el lugar mas horroroso de Venecia. Decidimos esquivarlo siguiendo hacia el norte, con la intención de cruzar a Cannaregio por el Puente de los Descalzos. Según avanzábamos por Fondamenta dei Tolentini, la ciudad parecía cobrar nuevamente vida. Tras atravesar el puente sobre el Gran Canal, nos reincorporamos a la Venecia más trillada. Comenzábamos a estar cansados, por lo que decidimos volver directamente al hotel. Casi tres horas después de haber salido de la habitación, regresábamos a nuestro espléndido balcón sobre el Gran Canal.

Pescheria Nuova

Pescheria Nuova.

Ni visitamos iglesias, ni recorrimos museos, ni entramos en tiendas. A esas horas, estaba todo cerrado. No nos importó. Lo único que queríamos era pasear tranquilamente, sin rumbo fijo, por una Venecia mágica, tranquila y silenciosa, muy alejada del habitual trasiego que suele llenar sus calles. Es cierto que, hasta en un verano normal, es posible encontrar lugares solitarios en Venecia, sobre todo tras el ocaso. Pero aquella noche fue todavía más sencillo. Incluso sus lugares habitualmente más concurridos, como Rio Terá S. Leonardo o la Strada Nova, mostraban su cara más apacible y relajada. Durante unas horas, tuvimos la sensación de que Venecia estaba allí para nosotros. Para que pudiéramos explorarla y recorrerla sin prisas, a nuestro aire. Una noche irrepetible en una ciudad mágica.

Para ampliar la información:
Mi recomendación para un mágico paseo nocturno por Venecia es simple: huye de los lugares más trillados y piérdete entre sus callejones. Como casi nadie seguirá mi consejo, dejo unos cuantos vínculos con rutas más o menos ortodoxas por la ciudad.

En https://www.hellotickets.es/italia/venecia/venecia-de-noche/sc-126-2435 nos recomiendan algunos de los lugares más comunes.

La revista Wanderer tiene un breve artículo con algún consejo práctico: http://www.wanderer.es/ruta-por-la-venecia-nocturna/.

En https://depuertoenpuerto.com/entre-los-dolomitas-y-ravena/ se puede ver el itinerario completo de nuestro viaje por el nordeste de Italia.

En inglés, podemos encontrar unas cuantas recomendaciones visitando A bontempo abroad: https://abontempoabroad.com/things-to-do-in-venice-at-night/.

El blog Creative Roam tiene una buena galería de fotos nocturnas de la ciudad: https://creativeroam.com/blog/venice-at-night/.