Puede que la «maldición» de Chioggia sea estar siempre a la sombra de Venecia. De alguna forma, ha acabado convertida en una versión distópica de su hermana mayor, en la que podemos ver cómo podría haber sido la ciudad de la laguna en un universo paralelo, en el que la fortuna le hubiera sido menos favorable.

Barcos de pesca en Fondamenta San Domenico

Barcos de pesca en Fondamenta San Domenico.

Pese a tener unos orígenes similares a los de Venecia, Chioggia fue destruida en dos ocasiones durante la Edad Media. La primera, por Pipino el Breve en el 810. La segunda en el 902, a manos de los húngaros. Convertida en una dependencia de la Serenissima, fue ocupada por sus enemigos durante la Guerra de Chioggia, entre las repúblicas genovesa y veneciana. Guerras, plagas y hambrunas llevaron a sus habitantes a depender de la pesca, abandonando el comercio como forma de subsistencia.

Canal Vigo desde el puente Caneva

Canal Vigo desde el puente Caneva.

En consecuencia, en Chioggia no floreció la rica clase mercantil que, durante siglos, llenó Venecia de espléndidos palacios e iglesias, creando de paso uno de los entornos culturales más fascinantes de Europa. La ciudad acabó pareciéndose más a las otras «Venecias» que a su antigua rival. Una ciudad con canales, pero por lo demás semejante a cualquier otra del mundo. En ese sentido, más similar a Brujas que a la fascinante Venecia.

Soportales en Fondamenta Rivera Vena

Soportales en Fondamenta Rivera Vena.

A pesar de lo cual, llevaba años queriendo conocer Chioggia. Había intentado ir en vaporetto desde Venecia. Al menos en verano, hay una linea regular que comunica ambas ciudades. Pero Venecia siempre se las había arreglado para trastocar mis planes. Es el problema de visitar una ciudad con tanto que ver. La solución fue organizar una escala durante un viaje en coche por el noreste de Italia. Visitaríamos brevemente Chioggia, antes de sucumbir a los encantos de Venecia. Si la ciudad lo merecía, ya tendríamos tiempo de regresar más adelante.

Canal Vigo desde Fondamenta San Francesco

Canal Vigo desde Fondamenta San Francesco.

Llegamos a Chioggia, procedentes de Rávena, al mediodía de una sofocante jornada de agosto. Quizá no fuera la mejor hora para recorrer sus calles, pero tuvimos suerte y al menos la humedad era soportable. Tras dejar el coche en el aparcamiento de Fondamenta San Francesco, nos adentramos en su trama urbana recorriendo el canal Vena, uno de los tres que atraviesan la ciudad en sentido norte – sur.

Desde el puente Cuccagna

Desde el puente Cuccagna.

El canal era pintoresco. Pese a la falta de edificios monumentales, la arquitectura de los puentes y el lejano campanile de una iglesia creaban la ilusión de que estábamos en uno de los barrios periféricos de Venecia. Sensación que se acrecentaba por la ausencia de góndolas o turistas. Mientras avanzábamos por la orilla oriental del canal, tan solo algún coche, circulando sobre el puente de la calle San Giacomo, rompía el embrujo.

Vista desde el puente de Vigo

Vista desde el puente de Vigo.

Según progresábamos hacia el norte, aumentaba la calidad de los edificios, sin que ninguno fuera especialmente llamativo. Finalmente llegamos al puente de Vigo, el más septentrional del canal. Mirando hacia atrás, la vista era atractiva. Casi se podría calificar como inequívocamente veneciana.

Corso del Popolo

Edificios en Corso del Popolo.

Pero el hechizo duró poco. Tras cruzar el puente, llegamos a Piazzetta Vigo, donde termina Corso del Popolo, la principal arteria de la ciudad. Allí, pese a la presencia de algún edificio con indudables trazas del peculiar estilo gótico veneciano, regresamos al mundo normal, en forma de coches, señales de tráfico o pasos de cebra. También nos dimos de bruces con un barco que prometía conocer Chioggia desde el mar. Nos pareció una buena forma de continuar la visita.

En el sur de la laguna veneciana.

El trayecto en barco duró aproximadamente una hora. No vimos mucho de Chioggia, pues sus canales eran demasiado estrechos para el Anna, pero acabamos dando un agradable paseo por el sur de la laguna de Venecia.

Calle Duse

Calle Duse.

Tras el paseo en barco, era el momento de regresar hacia el coche, esta vez zigzagueando entre el Corso del Popolo y el canal de San Domenico, recorriendo estrechos callejones, que al menos nos protegían del sol. Algunos podrían haber tenido cierto encanto pero, una vez más, la presencia de coches en los lugares más insospechados restaba atractivo al conjunto. En varias ocasiones, no pudimos evitar preguntarnos cómo habrían podido llegar hasta allí algunos vehículos.

San Giacomo

San Giacomo.

De camino, atravesábamos puentes y visitábamos, aunque fuera brevemente, las iglesias que íbamos encontrándonos. San Giacomo, prácticamente situado en el centro geográfico de Chioggia, resultó ser un templo relativamente moderno, aunque hundía sus raíces en la Edad Media. Tras el colapso de su ábside en el siglo XVIII, se decidió reconstruirlo completamente, volviendo a ser consagrado en 1790. Ni su fachada ni su pomposo interior nos llamaron la atención. Por contra su parte trasera, con el edificio surgiendo directamente del canal, tenía cierto atractivo.

Santa María Asunta

Santa María Asunta.

En cambio la catedral, Santa María Asunta, logró sorprendernos. Al igual que en Rávena, el aspecto exterior del edificio era engañoso. Una mole de ladrillo visto, sin la menor gracia. Aunque aquí estemos ante un edificio mucho más moderno, construido entre 1624 y 1648 para reemplazar al anterior, posiblemente del siglo VIII, destruido por un incendio. El arquitecto fue Baltasar Longhena, uno de los más renombrados en la Venecia de la época, responsable de joyas como Santa María de la Salute o Ca’ Rezzonico.

Interior de Santa María Asunta

Interior de Santa María Asunta.

El interior nos pareció asombrosamente limpio y refrescante, dominado por el blanco, con el contrapunto de algunos elementos arquitectónicos resaltados en gris. Tiene forma de cruz latina, con su nave central flanqueada por dos de menores proporciones. Todo ello soportado por semicolumnas de estilo corintio, apoyadas en grandes pilares jónicos.

Púlpito

Púlpito.

Algunas capillas, ricamente decoradas, contrastaban con la sencillez de la nave central. Especialmente, la dedicada a los santos Félix y Fortunato, patronos de la ciudad, que sufrieron martirio durante la persecución de Diocleciano. También nos llamó la atención el espléndido púlpito de mármol de Carrara, comenzado por Bartolomeo Cavalieri el año 1677 y completado en 1719 por Domenico Negri.

Puerta del campanile

Puerta del campanile.

Como es habitual en el Véneto, el campanile, de 56 metros de altura, está separado del edificio principal. El actual se levantó entre 1347 y 1350 en substitución del anterior, del siglo XI, que colapsó el 4 de noviembre del primer año. En 1686 se añadió un reloj. La torre ha sufrido dos incendios, en 1424 y 1858, y numerosas restauraciones. Se cree que el papa Alejandro III pasó una noche entre sus muros, camino de Venecia, mientras huía de Federico I Barbarroja.

Puerta del templo de San Martín

Puerta del templo de San Martín.

En las inmediaciones hay varios edificios interesantes, como el templo de San Martín, construido tras la guerra de Chioggia, cuando se tomó la decisión de trasladar la población de la actual Sottomarina, entonces conocida como Chioggia Menor, al interior del perímetro defensivo de Chioggia Mayor. Parece que su única nave contenía dos altares, que actualmente se exhiben en el museo diocesano. En cualquier caso, encontramos su puerta cerrada.

Interior de San Pedro y San Pablo

Interior de San Pedro y San Pablo.

Más suerte tuvimos con la iglesia de San Pedro y San Pablo, popularmente conocida como San Pieretto, debido a su reducido tamaño. Fue construida en estilo gótico entre 1431 y 1432. Su espartano interior se compone de una nave, con el ábside coronado por una cúpula. El relieve sobre la puerta, en mármol de Carrara, representa a los dos santos.

Vista desde el puente Caneva

Vista desde el puente Caneva.

Al final, nuestro paseo por Chioggia duró prácticamente cuatro horas, limitado tanto por el ticket de aparcamiento como por nuestras ganas de llegar a Venecia. La visita nos dejó un sabor agridulce. Por una parte, Chioggia no es ni una sombra de Venecia. Ni su tamaño, monumentalidad o trama urbana son comparables a los de la ciudad de la laguna. Lo cual no quiere decir que esté falta de un encanto mucho más sosegado. Quizá su principal problema sea precisamente la proximidad a Venecia, una ciudad tan deslumbrante que eclipsa a cualquier otra en su entorno.

Para ampliar la información:
En https://depuertoenpuerto.com/entre-los-dolomitas-y-ravena/ se puede ver todo nuestro itinerario por el nordeste de Italia.

Hay una buena entrada sobre Chioggia en 101 lugares increíbles: https://101lugaresincreibles.com/2017/05/la-otra-pequena-venecia-de-italia-chioggia.html.

Muy interesante el artículo de Ruta Cultural: https://rutacultural.com/la-pequena-venecia/.

En inglés, la web oficial de turismo de la ciudad está en https://www.visitchioggia.com/en/.