¿Cuál es el lugar más remoto de Islandia? La respuesta es sencilla: sus fascinantes Tierras Altas. Pero, ¿y si nos referimos únicamente a las zonas habitadas? Tampoco parece muy complicado: los Fiordos del Oeste. Yo mismo me he referido a ellos en este blog como «la región habitada más remota de Islandia». Sin embargo, he de reconocer que estaba equivocado. Cerca del extremo oriental de la isla, se extiende una pequeña comarca, tan remota y aislada que, muchas veces, ni aquellos que conocemos razonablemente bien la Tierra de Hielo solemos tenerla en cuenta. Articulada alrededor de Borgarfjörður eystri, su único núcleo urbano es Bakkagerði, con menos de 100 habitantes.

En la vertiente oriental de Vatnsskarð

En la vertiente oriental de Vatnsskarð.

Apenas cinco minutos pasadas las dos de una espléndida tarde de invierno islandés, comenzaba a descender por la vertiente oriental de Vatnsskarð. El paso de montaña, a 500 metros de altitud, que separa Bakkagerði del resto de Islandia. Las vistas, dominadas por los abruptos contrafuertes del Geldingafjall, eran impresionantes. Aunque apenas tuve ocasión de disfrutarlas. Borgarfjarðarvegur, la carretera 94, se precipitaba hacia la costa por un trazado lleno de revueltas.

El descenso hacia Borg

El descenso hacia Borg.

La carretera alcanzaba la orilla del mar en las proximidades de la granja de Borg, junto a la pequeña ensenada de Njarðvík. Al contrario que muchas granjas de Islandia, ésta no parece tener sus orígenes en los lejanos tiempos del landnámsöld. Borg se fundó en los alrededores de 1850. Desde entonces, varias generaciones se han sucedido trabajando sus tierras y cuidando sus animales. La actual complementa sus ingresos ofreciendo alojamiento y actividades turísticas.

Desde Njarðvíkurskriður

Desde Njarðvíkurskriður.

Pronto llegué a los pedregales de Njarðvíkurskriður. Durante siglos, fue el tramo más complicado de la ruta que unía Borgarfjörður con el resto de Islandia. Los accidentes, muchas veces debidos a desprendimientos o aludes, fueron frecuentes durante siglos. El último del que se tiene constancia, en 1909, se llevó dos vidas. Durante mi breve parada, con los rayos de sol acariciando sutilmente las blancas laderas del Tóarfjall, era difícil intuir lo complicada que debía ser antiguamente esa ruta. Sin embargo, hubo que esperar hasta 1950 para que la antigua senda fuera convertida en una carretera transitable para automóviles. Y otros 4 años para que la carretera lograse superar el paso de Vatnsskarð. Aun así, el tramo de Njarðvíkurskriður fue una pista de tierra hasta 2019, cuando se mejoró su trazado y se asfaltó por primera vez.

Llegando a Bakkagerði

Llegando a Bakkagerði.

Poco después, llegaba a las inmediaciones de Bakkagerði. Como tantas veces en la Tierra de Hielo, había bastado avanzar unos pocos kilómetros para verme trasladado a un entorno muy diferente. Abandonada la protección de las abruptas montañas que dominan Njarðvíkurskriður, llegué a un mundo dominado por el viento. Éste levantaba la nieve de las montañas y colinas, creando una escena onírica, acentuada por el sol que, en ese preciso instante, había decidido romper entre las nubes, iluminando las ventiscas. El entorno era de esa belleza salvaje tan característica de Islandia. Pero esa misma belleza presagiaba problemas. Estaba en un lugar remoto, que además era un callejón sin salida. Si la acumulación de nieve terminaba cortando el único vínculo de Borgarfjörður con el resto del mundo, tendría que pasar allí la noche. Y no sabía si, en pleno invierno, habría algún hotel abierto.

Bakkagerði

Bakkagerði.

En cambio, sabia que el lugar tenía una gasolinera. Por lo que pudiera pasar, llené el depósito a rebosar, tras lo cual decidí hacer un breve recorrido por el pueblo. El lugar tenía un extraño encanto. El de una especie de Shangri-La subártico, perdido entre las montañas y el mar. Y, sin ser un prodigio de urbanización, al menos me pareció bastante menos destartalado que la media de los pequeños asentamientos islandeses. Seguía teniendo aspecto de urbanización norteamericana, pero al menos muchas de sus casas mantenían cierta armonía.

Bakkagerðiskirkja

Bakkagerðiskirkja.

Bakkagerði también tiene una pequeña iglesia de madera, construida en 1901 y renovada en su centenario. Contiene un curioso retablo, pintado en 1914 por Jóhannes Sveinsson Kjarval, que representa a Jesús pronunciando el Sermón de la Montaña, rodeado por un paisaje urbano. Pero, como casi siempre en Escandinavia, la iglesia estaba cerrada.

Hafnarhólmi

Hafnarhólmi.

Mientras tanto, contra todo pronóstico, el viento parecía tender a amainar. Animado por la mejoría, decidí intentar llegar hasta Hafnarhólmi. Lo que antiguamente era un pequeño islote, en la actualidad forma parte del puerto de Bakkagerði. Puerto que nació en 1943, para ser ampliado en 1974 y mejorado en 2001. Hafnarhólmi es uno de los mejores emplazamientos de Islandia para el avistamiento de aves. Sobre todo, los populares frailecillos. En pleno mes de febrero, aún faltaban al menos un par de meses para que llegaran las primeras parejas a criar. En cualquier caso, el lugar tenía un aspecto magnífico, con escaleras y pasarelas que permiten llegar a los puntos de observación cómodamente y sin dañar el entorno.

Comenzando el regreso

Comenzando el regreso.

La tarde avanzaba y, aunque el viento había amainado, al otro lado de las montañas seguían viéndose nubarrones amenazantes, apenas contenidos por las cimas. El clima podía volverse a torcer en cualquier momento y seguía estando en un callejón sin salida. En concreto, a escasos metros de su punto final. Lo prudente era comenzar el regreso.

Interior de Lindarbakki

Interior de Lindarbakki.

De camino, volví a detenerme en Bakkagerði, en un lugar denominado Lindarbakki. Se cree que la casa fue construida en torno a 1900. En aquella época, había varios edificios similares en las proximidades, pero sus malas condiciones de habitabilidad hicieron que, según se construían residencias más modernas, fueran derruidos. Lindarbakki se salvó gracias a Elísabet Sveinsdóttir. En 1979, ella y su marido compraron Lindarbakki, para utilizarla como residencia de verano. Tras años de renovaciones, lograron que la casa recuperase el aspecto que debía tener en la primera mitad del siglo XX. En 2019 Elísabet donó el edificio al municipio.

Atardecer desde Njarðvíkurskriður

Atardecer desde Njarðvíkurskriður.

Cuando quise regresar a Njarðvíkurskriður, comenzaban los primeros compases del atardecer, tiñendo las nubes que ocultaban la cima del Tóarfjall. Hice la última pausa en Borgarfjörður eystri junto a un viejo crucifijo de madera. Según dicen, ha habido una cruz en ese lugar desde 1306. En dicho año, un granjero llamado Jón Bjarnason habría logrado dar muerte a Naddi. Un monstruo, mitad hombre y mitad bestia, que habitaba en las inmediaciones, atacando a todo el que pasaba por el lugar. El crucifijo actual parece datar de 1954.

Regresando a Vatnsskarð

Regresando a Vatnsskarð.

Después, volví a remontar el paso de Vatnsskarð, mientras el sol iluminaba fugazmente las nubes sobre la parte alta del Geldingafjall. A las cuatro y media superaba el puerto, dejando atrás Borgarfjörður eystri. Apenas había pasado dos horas y media al este de Vatnsskarð. Pero el entorno me pareció fascinante. Incluso para el exigente estándar de Islandia. Un lugar recóndito, entre el mar y las agrestes montañas, al que hasta hace muy poco era complicado llegar. Apenas tocado por la creciente avalancha turística que devora buena parte de la isla. Y punto de partida de la F946. Una de las carreteras de montaña más remotas y menos conocidas de Islandia. Habrá que regresar en verano.

Para ampliar la información.

El blog de Jordi Pujolá tiene una entrada sobre el lugar: https://escritorislandia.com/frailecillos-islandia/.

En inglés, la web oficial de Borgarfjörður eystri está en https://www.borgarfjordureystri.is/en. Muy completa.

Mucho más corta, la entrada en Hit Iceland: https://www.hiticeland.com/post/borgarfjordur-eystri-bakkagerdi-village-in-east-fjords-iceland.

Guide to Iceland tiene un artículo centrado en la leyenda de Naddi (https://guidetoiceland.is/connect-with-locals/regina/njardvikurskridur-screes-and-the-monster-naddi-in-east-iceland) y otro sobre Lindarbakki (https://guidetoiceland.is/connect-with-locals/regina/lindarbakki-turf-house-in-borgarfjordur-eystri).