Venecia es una ciudad cara y sus hoteles no iban a ser una excepción. Sin embargo, no hay mejor forma de conocer y disfrutar la ciudad que alojándose en uno de ellos. Venecia no es demasiado grande, por lo que disponer de un lugar en el que hacer una pausa, durante una tórrida tarde de verano o durante un gélido chaparrón invernal, permite recorrer sus calles y canales con mucha más tranquilidad. Pero lo realmente interesante de dormir en Venecia es poder disfrutar de sus noches y sus amaneceres. La mayor parte de sus visitantes se alojan fuera de la ciudad. Según avanza el atardecer, Venecia se va vaciando lentamente, convirtiéndose en un lugar asombrosamente tranquilo. Mejores aun son los amaneceres. Despertar en Venecia antes de la salida del sol permite disfrutar de una ciudad prácticamente vacía. Según llega el alba, la ciudad se despereza poco a poco, ofreciendo escenas de una serenidad que contrasta vivamente con la saturación habitual.

En la ventana del Bucintoro

En la ventana del Bucintoro.

Visitar Venecia en el verano de 2020 nos permitió disfrutar de una ciudad casi vacía, en la que los hoteles tenían unos precios radicalmente distintos de los normales en esa época del año. Además, no había el menor problema para encontrar habitación. Viendo la situación, nos permitimos el lujo de reservar tan solo tres noches en el hotel Bucintoro y dejar las otras dos al albur. El Bucintoro nos encantó. Un hotel pequeño y familiar, muy bien ubicado y con unas vistas magníficas. Pero, curioseando en la red durante la tercera noche, vimos que estaba libre la suite del Pesaro Palace. Además, a un precio ridículo, comparable al de una habitación normal en un hotel de tres estrellas en Madrid. No dudamos ni un segundo. Podernos permitir el lujo de dormir en un palacio veneciano de finales del siglo XIV, con unas vistas espléndidas sobre el Gran Canal, era una oportunidad demasiado buena para dejarla escapar.

Esperando el vaporetto

Esperando el vaporetto.

Para cambiar de hotel, teníamos que hacer un recorrido en vaporetto, entre los embarcaderos de Arsenale y Ca’ D’Oro, ambos en la línea 1. En un verano normal, esto habría significado viajar en un barco atestado, apretujados entre el resto de los usuarios del servicio. En una Venecia con el turismo reducido por la pandemia, sabíamos que el barco iría prácticamente vacío y podríamos disfrutar de las vistas sobre las espectaculares iglesias y palacios, mientras recorríamos el Gran Canal..

San Giorgio Maggiore desde Arsenale

San Giorgio Maggiore desde Arsenale.

Tras pasar la mañana recorriendo Castello y el arsenal, embarcamos poco antes de las dos, bajo la atenta mirada de San Giorgio Maggiore. La basílica, que había presidido nuestro horizonte durante la estancia en el Bucintoro, es uno de mis lugares favoritos de Venecia. A su espléndido interior, fruto del diseño de Andrea Palladio, une un campanile que, en mi opinión, ofrece las mejores vistas sobre Venecia. Y sin la habitual masificación del de San Marco. Precisamente el motivo por el que, en esta ocasión, no lo visitamos. Ya lo haríamos durante un año normal, en una Venecia atestada.

San Marco desde el vaporetto

San Marco desde el vaporetto.

El cielo estaba parcialmente cubierto por una delgada capa de nubes, que tamizaba la luz del sol. Sin llegar a crear la hermosa luz que habíamos podido disfrutar la tarde de nuestra llegada a Venecia, al menos evitaba los contrastes y sombras duras de un día completamente despejado. Pasamos frente a las columnas de la piazzetta de San Marco relamiéndonos anticipadamente. Teníamos por delante media hora recorriendo el paraíso.

Il Nuovo Trionfo en la Aduana

Il Nuovo Trionfo en la Aduana.

Tras la escala de rigor en San Marco – San Zaccaria, pasamos frente a otra de mis visitas favoritas de Venecia, la punta de la Aduana. En sus muelles estaba atracado Il Nuovo Trionfo. Construido en 1926, es el último trabaccoló operativo que queda en Venecia. Un tipo de navío nacido en la laguna sobre el siglo XV y que la expansión de la Serenissima hizo popular en todo el Adriático. La intención de sus actuales propietarios, más allá de mantener viva una parte de la historia marítima de Venecia, es utilizarlo para pequeñas travesías y actos culturales.

Santa Maria della Salute

Santa Maria della Salute.

Poco después, navegábamos frente a Santa Maria della Salute, levantada entre 1631 y 1687 como un exvoto de la ciudad por la remisión de la epidemia de peste que la había asolado durante 1630. Se encargó el proyecto a Baltasar Longhena, uno de los arquitectos venecianos más renombrados del momento. Se dice que, para soportar su enorme peso, se clavaron nada menos que 1.156.650 postes de madera en el cenagoso terreno de la laguna.

Palazzo Genovese

Palazzo Genovese.

Tras la Salute, dio comienzo el desfile de palacios. Comenzando por Palazzo Genovese, aparentemente un palacio gótico en un envidiable estado de conservación. Pero en Venecia no todo es lo que parece. En realidad, fue construido en 1892 como residencia veneciana de la familia Genovese, aunque en sus cimientos han aparecido restos de edificios de los siglos VII y IX. En la actualidad está ocupado por el Sina Centurion Palace, un hotel de cinco estrellas con un aspecto magnífico y unos precios prohibitivos.

Palazzo Salviati

Palazzo Salviati.

Un poco mas allá estaba Palazzo Salviati, un edificio que, pese a su llamativo aspecto, no tiene especial valor. Fue construido entre 1903 y 1906 como tienda y horno de los Salviati, la familia que logró resucitar la industria veneciana del vidrio. El mosaico que adorna su fachada es fruto de la reforma de 1924, cuando también se amplió el edificio en una planta.

Palazzo Rocca Contarini Corfù

Palazzo Rocca Contarini Corfù.

Tras pasar bajo el puente de la Academia y dejar atrás su embarcadero, llegamos junto al Palazzo Contarini Corfù, esta vez un auténtico palacio gótico, edificado a finales del siglo XIV. En realidad, forma un conjunto con el adyacente Palazzo Rocca, del siglo XVI. Ambos fueron levantados por orden de la familia Contarini, una de las mas ricas y antiguas de Venecia. Los Contarini vendieron el palacio en 1838 y éste acabó en manos de un acaudalado estadounidense, que estuvo a punto de derribarlo. Afortunadamente, abandonó sus planes y en 1890 vendió ambos edificios al conde Riccardo Rocca, cuyos herederos siguen regentando el inmueble.

Palazzo Loredan dell'Ambasciatore

Palazzo Loredan dell’Ambasciatore.

Apenas unos metros más allá encontramos una de las joyas del Gran Canal, el Palazzo Loredan dell’Ambasciatore. Fue levantado a finales del siglo XV por los Loredan, una de las familias conocidas en la república como «case nuove». Lo cual simplemente quiere decir que, aunque hunden sus raíces en el siglo IX, no aparecían en el listado original del Libro d’Oro de 1315. En cualquier caso, los Loredan dieron a Venecia dos dogos durante el siglo XVI y otro en el XVIII. Durante el mandato de este último, el palacio fue puesto a disposición de la embajada austriaca, dando lugar al apodo que todavía ostenta. Fue asolado por un incendio en 1891, aunque se restauró en el mismo año.

Palazzi Giustinian y Ca' Foscari

Palazzi Giustinian y Ca’ Foscari.

Tras dejar a un lado Ca’ Rezzonico, llegamos frente a dos de los edificios más destacados del Gran Canal. El primero, Palazzo Giustinian, es en realidad dos palacios anexos construidos en el entorno de 1452, probablemente bajo la dirección de Bartolomeo Bon. Cuando se edificó, la familia Giustinian ya estaba dividida en dos ramas, por lo que se proyectó un edificio prácticamente simétrico, partido en dos alas independientes. Lindando con Palazzo Giustinian, en la esquina entre el Gran Canal y el rio de Ca’ Foscari, está el palazzo homónimo. Antiguamente, el solar estaba ocupado por un fondaco de origen bizantino, conocido como La Casa de Dos Torres. En 1452 fue adquirido por el dux Francesco Foscari, que encargó a Bartolomeo Bon el espléndido edificio gótico que hoy podemos ver, terminado en 1457. Actualmente está ocupado por una universidad.

Rio della Madonnetta

Rio della Madonnetta.

Superada la amplia curva de San Tomá, el Gran Canal seguía avanzando rumbo a Rialto y su famoso puente, por un tramo también conocido como rio della Madonnetta. El tráfico de embarcaciones, aunque intenso, tan solo era una fracción del habitual en esa zona. Apenas había góndolas o taxis acuáticos y la mayor parte del trasiego de embarcaciones estaba formado por los vaporetti.

Barcaza frente al Palazzo Pisani Moretta

Barcaza frente al Palazzo Pisani Moretta.

Mientras atracábamos en Sant’ Angelo, frente al Palazzo Pisani Moretta, nos adelantó una barcaza. Aparentemente, era el equivalente veneciano a un camión de recogida de residuos. Una de las peculiaridades de Venecia es su necesidad de adaptarse al medio acuático. La ciudad apenas tiene un puñado de calles convencionales, todas en las inmediaciones de la plaza de Roma y su monstruoso aparcamiento. En el resto de la ciudad, los coches son sustituidos por lanchas, los autobuses por vaporetti y los camiones por barcazas de las formas y tamaños más variados. Algunas son poco más que lanchas recrecidas, con capacidad para llevar una pequeña carga por los canales más recónditos. Otras prácticamente son pontones flotantes, sobre los que se emplazan excavadoras, grúas o cualquier maquinaria que se precise.

Palazzo Bernardo

Palazzo Bernardo.

Volvimos a zarpar, para pasar casi de inmediato frente al Palazzo Bernardo. No se sabe con certeza la fecha de su construcción, pero estaba terminado en 1442, pues en dicho año alojó al condotiero Francisco Sforza, antes de que se convirtiera en duque de Milán. Por desgracia, la espléndida fachada de estilo gótico tardío no parece pasar por su mejor momento. Algo, por otra parte, bastante común en Venecia. La propia antigüedad de los edificios, el agresivo ambiente salino y las cada vez más abundantes acque alte, se cobran un alto precio en los magníficos edificios de Venecia. Más allá de los desconchones de sus fachadas, es bastante habitual que muchas plantas bajas hayan sido abandonadas.

Llegando a Rialto

Llegando a Rialto.

Según llegábamos a Rialto, nos llamó la atención la gran cantidad de góndolas que había atracadas en Riva del Vin. En una zona del canal normalmente saturada, tan solo había un gondolero navegando frente al puente. Las calles y las mesas de las terrazas también mostraban la evidencia de una Venecia sin turismo. Una maravilla para los pocos que teníamos la fortuna de visitarla y para aquellos de sus habitantes que aborrecen la masificación de un verano normal. Un desastre para buena parte de la ciudad, que necesita del turismo para sobrevivir. En cualquier caso, Venecia no era la ciudad desierta que intentaban mostrar los noticieros españoles. Siendo sincero, estaba en su punto justo, con un nivel razonable de visitantes, muy alejado de la saturación de un agosto normal. El problema, en una ciudad que a la vez reniega y necesita de las hordas de turistas, es encontrar el término medio entre la ruina económica y la degradación de sus espléndidos monumentos. Cada vez lo veo más complicado.

Erbaria

Erbaria.

Navegamos bajo el puente, para llegar a las inmediaciones de Erbaria y sus soportales. La ciudad, de pronto, pareció cobrar vida. Las terrazas estaban llenas y un par de gondoleros hablaban a gritos entre ellos en medio del canal. Pero nos acercábamos a nuestro destino. Las paradas de los vaporetti son muy breves y nosotros íbamos cargados de maletas y mochilas. Debíamos prepararnos para desembarcar en Ca’ D’Oro.

El Gran Canal desde Pesaro Palace

El Gran Canal desde Pesaro Palace.

Apenas diez minutos después, nos asomábamos a nuestro espléndido balcón sobre el Gran Canal. El hotel se ubica en el antiguo Palazzo Giustinian Pesaro, edificado a finales del siglo XIV para la poderosa familia Giustinian, que afirmaba remontar sus orígenes al emperador Justino II. El palacio sufrió varias reformas en los siglos XVI y XIX. En concreto, el balcón sobre el nos encontrábamos había sido añadido durante el cinquecento. En el 2006 fue convertido en hotel.

En el Pesaro Palace

En el Pesaro Palace.

Ya conocíamos el hotel, en el que nos habíamos alojado durante el verano de 2016. Por tanto, sabíamos qué esperar. Mas allá de la espléndida habitación, con su balcón sobre el canal y su alto techo, del que cuelga una gran lámpara de cristal de Murano, el Pesaro Palace es un tanto cavernoso. Algo, por otra parte, bastante habitual en los hoteles venecianos, obligados a adaptarse a los edificios existentes. Lo peor son los desayunos, que sirven en un pequeño salón junto al diminuto jardín privado del hotel. Debido a la pandemia, habían decidido derivar los clientes al cercano Foscari Palace, donde desayunábamos estupendamente en la terraza exterior, viendo cada mañana cómo la vida regresaba lentamente al Gran Canal.

Mercado de Rialto

Mercado de Rialto.

Pasamos el resto de la tarde descansando y disfrutando de las vistas desde el balcón. Observando el mermado tráfico del canal mientras, lentamente, avanzaba el atardecer. Con éste llego el frescor y una tranquilidad todavía más acusada. El momento perfecto para dar un paseo crepuscular por Venecia.

Para ampliar la información:

Se puede ver el recorrido en sentido contrario en https://depuertoenpuerto.com/tarde-de-tormenta-en-venecia/.

En Islas y Territorio hay un artículo sobre la arquitectura veneciana: http://www.garciabarba.com/islasterritorio/venecia-ciudad-de-la-arquitectura/.

En https://depuertoenpuerto.com/entre-los-dolomitas-y-ravena/ se puede ver el itinerario completo de nuestro viaje por el nordeste de Italia.

En inglés, Walks of Italy tiene una interesante entrada sobre los palacios de Venecia: https://www.walksofitaly.com/blog/art-culture/venetian-palazzo-architecture-venice-italy.

En https://www.visitvenezia.eu/en/venetianity/walk-venice/the-venetian-palace-a-double-architecture-the-built-one-and-the-reflected-one hay una explicación de la funcionalidad de los edificios clásicos de Venecia.

Hay un mapa de Google con referencias a todos los palacios del Gran Canal: https://www.google.com/maps/d/u/0/viewer?mid=1ESM2sKoWsjSnjutHHWac-Ra_PwQ&shorturl=1&ll=45.43942915635038%2C12.330496402059138&z=15.

Por último, se pueden encontrar dos listados parciales de palacios con fotos en https://www.deliciousitaly.com/veneto-itineraries/venetian-palaces-of-the-grand-canal y https://www.monicacesarato.com/blog/palaces-canal-grande-venice/.